GEOGRAFÍAS HUMANAS

SOCIEDAD, POLÍTICA, COMUNICACIÓN...

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Entre la realidad y el deseo


     Es seguro que en lo que dura un año, todos hemos pasado por momentos buenos, dulces y también por situaciones amargas o complicadas. Siempre es así y siempre será así. La vida para nuestra fortuna, no es plana, no es una línea monótona ni en las alegrías ni en las tristezas, por eso cuando hacemos balance es recomendable no cebarse en la apreciación que todos tenemos de cuales han sido los acontecimientos más importantes o los más recordados, como cuando escuchamos una conferencia, un discurso o una clase magistral: que solemos rememorar con más claridad el comienzo y el final de la charla (por eso la mayoría de los buenos oradores preparan con especial dedicación las formas y fondo del comienzo y de la resolución de dicho discurso). De hecho hay que procurar que en ese balance nos ocupemos de ser objetivos en todos los sucedidos.

     En cualquier caso el fin de año nos sirve para, realizado mentalmente ese balance, predisponernos a avanzar lo que queremos para los próximos 365 días, es decir, repasamos y hacemos una descripción del estado actual e intentamos describir el estado deseado para el futuro. Esa es la pulsión de cambio, y cuando me refiero al “cambio” entre otras acepciones estoy señalando la adaptación del hombre al mundo, y esa capacidad adaptativa precisa de cambio porque la evolución del mundo (tanto del mundo físico como el social, lo externo y lo interno) es tal, que una actitud hierática, inmovilista nos fija en el pasado y no nos permite conciliarnos con lo que hay y habrá.

     Entendemos por “estado actual”, la descripción de la situación presente en términos de lo que percibimos, datos objetivos, y por  “estado deseado”, la alteración de estos datos del modo como deseamos vivirlos en el futuro (Sebastián 2006)

     Cambiar, por lo tanto, no es un acto que solamente se produzca con la participación de la voluntad, no es solo un acto volitivo que se ejecuta en un momento determinado, es un camino, el camino del cambio, el cual precisa que esa voluntad se acompañe de una serie de acciones como es que se inicie identificando que es lo que quiero cambiar. En ese camino imaginamos el estado deseado, nuestra mente nos dibuja nuestros deseos, como queremos que esos cambios se hagan realidad en el futuro y así en nuestras ensoñaciones disfrutamos con lo que“esperamos”, esas expectativas que nos mueven y que esperamos vivir. Es como cuando somos capaces de ver en nuestra imaginación el coche que nos vamos a comprar porque nos ”va” a tocar la lotería. Nos imaginamos que lo conducimos, vemos esos lugares que queremos ver y que con ese coche conseguimos. O cuando queremos a alguien e inmediatamente nos imaginamos como vamos a estar con ella, hacemos casi un plan imaginario de vida, todo placentero por supuesto.

     El paso más importante para que ese camino del cambio no se tuerza o cuando menos sea posible su consecución en el tiempo es “convertir el pensamiento en acción” (Dyer). Hay personas que tienen especial capacidad para que su visión sea concretada en la ejecución de las misiones que contempla y otras personas que van dando palos de ciego porque posiblemente no tienen claro lo que desean, vértigo o simplemente que sus imaginaciones no dibujan con claridad que es lo que quieren hacer.

     Todos ponemos entre paréntesis nuestros deseos, es más, en muchas ocasiones no somos capaces ni de discernir que es lo que realmente queremos y desde luego a veces no tenemos claro si lo que queremos es lo que nos conviene, por eso entre otras tipologías humanas tenemos a los idealistas y también a los pragmáticos.Pues bien, el camino del cambio pasa por hacer una buena mixtura de ambas personalidades, conseguir que lo que deseamos no pase desapercibido por nuestra mente y que tengamos la sagacidad de concluir si nos interesa o no. La vida es una aventura, desde luego, pero no tiene que ser una aventura sin el mínimo de seguridad, de la misma manera que un alpinista sensato no se atrevería a escalar las más altas cumbres sin tener los medios suficientes que le garanticen en alguna medida su integridad física.

     Por todo esto es muy importante que seamos capaces de establecer correctamente cuales son los estados deseados y estos ponerlos en contradicción con nuestra intimidad, verificando claramente que es lo que realmente queremos, que es lo que podemos y que es lo que nos asegura el estado de flujo (explicado en el anterior post) a lo mejor menos intenso pero más duradero o más gratificante a largo plazo.

     Terminado el año, propósito de mejorarnos y de encontrar lo que queremos y de querer lo que encontramos.

     Feliz año 2013 a todos los lectores de este blog que no es más que un divertimento que me permite, fundamentalmente, a través de esta forma de comunicación, conciliarme conmigo mismo y comunicarme contigo aunque torpemente y de esta manera tan extraña. Mi slogan el año 2012 fue “lo mejor está por llegar”, para este nuevo año el himno de algunas personas, el titulo de una hermosa y conocida canción de Coldplay“Viva la Vida”. Todo tuyo.  

lunes, 17 de diciembre de 2012

Felicidad



Es la felicidad uno de los conceptos más difíciles de definir o de explicar. Posiblemente sea de los constructos más complicados y seguramente el más deseado de todos los que podamos analizar. La humanidad desde sus orígenes independientemente de elaboraciones religiosas o de tipo místico, ha venido deambulando civilización tras civilización, toda la historia, persiguiendo su consecución tanto individual, grupal o colectiva. Ser felices es en definitiva el gran objetivo de la vida, el problema es su difícil  definición y por tanto lo difícil de llegar a su concreción. Ser felices puede ser lo que nos describía Aldous Huxley en “un mundo feliz” donde el condicionamiento, el orden, el no desear, eran las pruebas irrefutables de la condición de ser felices. Ser felices puede ser todo lo contrario, como lo pudo ser Robinsón Crusoe en la novela de Defoe cuando su obligada anarquía le otorgaba libertad. Ser felices puede ser, y así lo atestiguan cuantos estudios se han hecho, infinidad de variables, en un concepto que tiene un componente absolutamente subjetivo (de sujeto) y por tanto el propio sujeto sabe cuando es feliz y cuando no, lo difícil es explicarlo.

La psicología positiva viene estudiando desde hace muchos años las implicaciones de los estados mentales en la declaración de felicidad del individuo, y analizando desde movimientos tan clásicos como el de los epicúreos hasta la actualidad que vienen a concluir, siempre entrecomillas, cuales son los factores que desembocan en los tres tipos de felicidad a los que se refieren las personas cuando dicen ser felices.

1.- Placer y emociones positivas: Entroncando con la filosofía epicúrea, este seria un nivel básico de la felicidad y que ofrece una sensación más corta de duración. En este nivel hay que poner en el mismo plano el concepto de felicidad con el de bienestar. –una buena siesta, comer en buena compañía, tomar el sol tranquilamente, hacer el amor…- Hablamos de disfrutar de las cosas buenas que nos da la vida y conseguir disfrutarlos de manera que siempre nos ofrezca esa satisfacción (compartirlos, describirlos, recordarlos…). Sería uno de los niveles más bajos en la pirámide de motivación de Maslow

2.- Estado de flujo: Concepto que teoriza Csikszentmihalyi. Se trata de la felicidad que surge cuando disfrutamos haciendo algo que nos da satisfacción. Hay que identificar cuales son nuestras habilidades o talentos y encontrar dónde usarlos de una manera comprometida, nos involucramos en esa actividad. Así se logra no sólo un estado de placer transitorio, sino la sensación de que somos felices haciendo continuadamente las cosas que nos gusta hacer. Este sería un estadio superior de felicidad

3.- Dar sentido a la vida: es el nivel superior de la felicidad y la más permanente en el tiempo y por lo tanto la más satisfactoria. Nuestra vida y nuestras capacidades, nuestro relato vital al servicio de algo, alguna causa que supere y sea más grande de lo que uno mismo es y es capaz de hacer. No es solo estar a gusto con lo que hacemos, es encontrar aquello que realmente nos motiva en nuestra vida y que aporta algo permanente a nuestros sentimientos. Identificamos nuestros valores y creencias y las ponemos al servicio de algo que estando fuera de nosotros nos da plenitud. El sentido de vida se encuentra y adquiere significado en relación con lo que nos circunda.  Lo que nos produce sentimientos positivos más intensos y profundos, en este caso definitivamente sentirse feliz no es la satisfacción que nos produce la consecución de nuestros objetivos y de nuestros logros y deseos, sino que lo que nos gratifica es el proceso, las expectativas.

Si damos por buenos estos tres tipos de felicidad, podemos concluir varias cosas, a saber:

a)      Evidentemente podemos hacer subconjuntos de todo tipo y variantes entre ellas.
b)     La felicidad es un concepto en el cual tenemos que mezclar tres componentes: el placer sensorial que lo identificamos con el primer apartado. La actividad satisfactoria con el segundo y la misión o sentido de la vida con el más elevado.
c)    La felicidad plena es un constructo que viene determinado por la consecución simultánea de estos tres factores.
d)   Es la motivación, la actividad dirigida a algo, el deseo de ello, su búsqueda, y no el logro o la satisfacción de los deseos, lo que produce en las personas sentimientos positivos más profundos.

La felicidad puede consistir, al menos en parte, en ser consciente de que uno es feliz y tiene un estado de ánimo positivo. En algunos estudios llevados a cabo desde el ámbito de la psicología, compararon a personas que decían ser felices con otras que se sentían deprimidos o algo insatisfechos. Los resultados obtenidos indicaron que las personas felices tienen opiniones  más altas sobre sí mismas, mayor autoestima y tienen un mayor grado de optimismo. Otro componente que acompaña a la felicidad es el buen humor ejerciendo ambos, pensamientos positivos y buen humor,  una influencia positiva  en muchos ordenes de la vida de un individuo. De hecho, el buen humor ejerce una influencia muy positiva sobre los pensamientos y sobre la conducta.

Por último insistir que si bien existe ese clamor que dice que no existe la felicidad y si los momentos felices y que hay que vivir el día a día decir que solamente la posibilidad de conducirnos a través de expectativas nos proporciona una gozosa sensación de felicidad. Pongamos un ejemplo, cojamos a dos familias sentadas en su comedor dando cuenta de un estupendo almuerzo y con animada charla. Eso en principio es lo que llamamos una escena de felicidad, un retrato de lo que decimos ser felices. Contextualicemos un poco más, la comida es el 25 de diciembre, Navidad, y por tanto esa estampa sin duda corresponde a dos familias felices, pero ojo, resulta que a pesar de su sonrisa el hombre de la familia “A” se enteró hace dos días que tiene cáncer y que sin dilación tiene que ponerse un tratamiento duro y no del todo eficaz. En la otra familia, “B” tienen programado un viaje por Europa para dentro de seis días. Se acabo la estampa, las expectativas de uno y otro son distintas y por lo tanto el hecho objetivo de estar comiendo en familia unos buenos manjares no es suficiente para que la familia “A” se sienta feliz y posiblemente la familia “B” no solo tiene unas expectativas muy halagüeñas sino que también está disfrutando el momento de una manera más satisfactoria. En resumen la felicidad no es un conjunto de momentos felices es también cuestión de expectativas., alimentarlas, el no estar tan obsesionados con el logro nos asegura un proceso más feliz, pregúntense si no es verdad que cuando éramos pequeños posiblemente disfrutábamos más pensando en lo que íbamos a disfrutar con ese juguete que tanto deseábamos y que una vez que los reyes magos nos lo traían casi lo ignorábamos y ya estábamos pensando en el siguiente.

Sean felices, también en Navidad.

lunes, 10 de diciembre de 2012

CARISMA



Uno de los atributos más controvertidos del líder es el llamado “carisma“. Así, hablamos del líder carismático cuando nos referimos a algo tan enigmático como el encanto o su capacidad de encantamiento, ese magnetismo que atrae a los demás como si de verdad tuviera una energía o realizara conjuros que hechizaran a la gente. Un flautista de Hamelin.

Los griegos hablaban del carisma como la capacidad de agrado, algo así como tener una personalidad atractiva, la cual era un don de los dioses, es decir se nacía con carisma. Hoy sabemos que ese magnetismo, esa fuerza o energía invisible no la regala nadie, ni dios, es más bien el producto final de una serie de aprendizajes, experiencias contextuales, conductas y características psicológicas que desarrolladas de manera conciente o inconsciente dan lugar a lo que llamamos carisma. Ese encanto lo podemos traducir como la habilidad (insisto, no innata) para conseguir de los demás afecto, interés y admiración a través de ese encanto personal.

Resumo a continuación algunas de las características que tienen las personas carismáticas y que han sido profusamente investigadas por el experto en el tema John Maxwell.

1.- Vitalistas. Personas que tienden a expresar con naturalizad la alegría y su capacidad empática. Son personas activas y tratan de contagiar ese activismo de manera alegre. Tienen su sonrisa presta para ofrecerla.

2.- Valoran las capacidades de los demás. Los líderes emplazan su valoración de los demás a las expectativas, es decir, no ven a las personas como son sino como de bueno pueden llegar a ser.

3.- Comparten. Un líder carismático trata de compartir con los demás sus capacidades. Suman en su visión. No suelen ejercer su poder o influencia como algo ignoto para los demás, busca la complicidad, la compañía y además la disfrutan.

4.- Dan esperanza. Son positivos y creen que lo mejor está por llegar. Gestionan las expectativas como elixir de la felicidad.

En este punto me detengo un poco. La felicidad y las expectativas, aunque lo desarrollaré más detenidamente en algún post próximamente, en resumen se complementan de la siguiente manera: son las expectativas futuras las que nos permiten tener un presente feliz. En contra del habitual “no existe la felicidad sino los momentos felices”, son las expectativas futuras, no las metas mensurables, no los objetivos a cumplir, las que nos permiten tener esa agradable sensación de felicidad. El ver frustrada unas expectativas no condiciona la posibilidad de tener inmediatamente otras ilusiones y nadie además nos puede quitar lo bien que estamos mientras esa expectativa o ilusión permanece proyectada en el futuro. La persona carismática o líder carismático proyecta su estado de felicidad en las expectativas que él mismo crea y las riega entre los demás. Ilusiona. La ilusión motor de vida.

5.- Al servicio de los demás. Los éxitos de su entorno son vividos con gran alegría y como propios por todos. Una persona carismática basa su comunicación no tanto en conseguir aumentar su autoestima sino en que su entorno si lo consiga.

6.- Ser natural. Si percibimos a alguien como artificial difícilmente le otorgaremos el concepto de líder carismático. La sencillez, la ausencia de engolamiento y de egolatría son atributos de nuestro hombre. Tener tu propio estilo es tener estilo.

7.- Pasión por ti. Conoce su capacidad y la utiliza noblemente. Un líder sabe  que puede ejercer influencia en los demás en alguna medida. Transmitir pasión, energía, optimismo, expresividad y hacerlo con el objetivo del bien común de influenciar positivamente en los demás es parte indispensable. Nada de desconfianza, manipulación, terquedad. Sabe escuchar y sabe hablar.

De cada una de estas características, podríamos debatir extensamente y como verán el carisma no tiene nada que ver con el aspecto físico, no necesitamos a un líder que forzosamente sea guapo, alto y distinguido. Sobretodo y en la mezcla de todo estos atributos señalamos que la persona carismática tiene presencia. Se nota su presencia. Llena el escenario y no pasa inadvertido para muchos. Su calidez, su temperamento empático, su capacidad de generar equipo, su alegría, su positivismo, su visión de futuro…comportamientos verbales y no verbales que nos comunican pasión e ilusión, capacidad de expresión, sentimientos y emoción. Mézclese todo eso y póngalo en su actividad profesional, familiar, en asuntos de amigos, en la política, en personajes famosos, en asuntos del corazón…y seguro que encontrará a personas con carisma que es posible que le aportarán mucho en su vida.

lunes, 3 de diciembre de 2012

EL BUENO, EL FEO Y EL MALO



El Spaghetti Western fue un género o subgénero de las películas de cawboys del oeste americano, el cual hizo caja fundamentalmente en los años 60 y 70. Uno de sus directores más ilustres, sino el que más, fue Sergio Leone que puso su firma en cintas tan recordadas como “Por un puñado de dólares”, “Hasta que llegó su hora”  y muchas otras que le sitúan en el olimpo de los directores más reconocidos, sobretodo por sus filmes rodados en el desierto de Tabernas en Almería. A mi particularmente me gusta la película que protagonizaron un trío inolvidable: Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach, “El bueno, el feo y el malo”…moortaaall!! Para mi gusto una buena cinta, una buena banda sonora, un guión al pelo, buenos actores y un director inteligente a la hora de manejar el rodaje de este tipo de películas.

En las situaciones cotidianas, de relaciones interpersonales, ya describí la semana pasada los estilos de liderazgo y su relación directa con los fondos y las formas de comunicarse así como con las reacciones psicológicas de empatía y asertividad. Si tuviéramos que simplificar aún más de lo que lo hicimos y tuviéramos que poner algún ejemplo claro de polos opuestos, me viene bien acudir a esta película (más cine por favor, como decía Aute) para señalar el estilo comprensivo, prudente, tranquilo, soñador, voluntarioso, como el estilo del bueno, el estilo del liderazgo buenista, eficaz para situaciones de no conflicto, de comunicación efectiva pero con la pega, si es que la podemos denominar así, de ser una comunicación que funcionan en ambientes que la propician. El líder tranquilo que destaca más por como hace las cosas que por lo que hace. En el lado opuesto esta el líder que vamos a llamar el “malo”. Y si un malo consigue que ese sea su atractivo, funciona. Lo imprevisible, el descaro, el ego, el atrevimiento, el líder travieso con una confianza en si mismo a prueba de balas. Su estilo opuesto al “bueno” es igualmente eficaz porque ofrece la otra cara de la misma moneda, ofrece emociones dispares y compromete la voluntad del interlocutor, cosa lo cual, que es muchas veces agradecido por personas que prefieren no oponer resistencia ante las exigencias del “malo” ¿masoquismo? No, más bien necesidad de sentirse seguro y ya se sabe que en las necesidades vitales la seguridad ocupa uno de los primeros  escalones.

El bueno no es un estratega, ni siquiera un táctico, pero enhebra sus objetivos con paciencia y de manera sutil, sin prisas y casi de manera inconsciente. El malo es tozudo, táctico y enlaza sus objetivos desde la meta hacia atrás, decide el resultado y desarrolla sus estrategias implacablemente a lo largo del tiempo para como Casandra tener claro el cumplimiento de su propia profecía. Como ya señalé en el anterior post, en realidad no existen solo los blancos y los negros en la paleta de colores del liderazgo, más al contrario el hecho de la multiplicidad de estilos la determinan la multiplicidad de personan que ejercen ese liderazgo y su influencia en los demás. Por otra parte, como en todo, nadie tiene un estilo puro sino una mezcla que nos hace a cada uno único y especial (no me compares dice Alejandro Sanz).

¿No habéis visto la película? Bueno, pues si no la habéis visto da igual, imaginaos la típica producción donde como en la realidad tenemos los papeles del policía bueno y la del policía malo, perfiles que independientemente de los resultados pueden ser igualmente atractivos o eficaces, no en vano normalmente nos solemos identificar con los dos perfiles en función del momento, hay veces que preferimos el perfil del “poli” bueno pero en muchas ocasiones la pizca de pimienta y atrevimiento del “poli” malo lo hace también deseable. No hay bueno sin malo.

En política es posiblemente el ámbito donde más se utiliza el término “liderazgo” o “líder” para señalar sobretodo a los dirigentes de los partidos o gobiernos. El descrédito actual de la política ha conducido irremediablemente al descrédito de la palabra líder asociada a la misma... Hoy por hoy hablar de líderes políticos es casi una paradoja si atendemos a lo que se escucha en la calle. Ya no hay policías buenos ni policías malos, solo hay policías y lo malo se transforma de ser un estilo comunicativo en maldad, concepto peyorativo el cual se les presupone a los políticos. En esta circunstancia estoy muy de acuerdo con el expresidente de la Junta de Andalucía Manuel Chaves cuando desconfía de los discursos en los que por ejemplo hace un año culpaban de todos los males de nuestro solar patrio a Zapatero y ahora un año después con otro gobierno la culpa ya no es del que gobierna sino la culpa por extensión es “de los políticos”. Sobre esto se podría hablar mucho más a fondo.

Volviendo a lo nuestro. Felipe González y Alfonso Guerra representaron durante mucho tiempo en la política española los modelos más claros del estilo del bueno y del malo tal y como lo estamos considerando aquí (a veces en mis ensoñaciones dudo de quien era el bueno y quien el malo), y sin duda los dos fueron lideres admirados y seguidos cada uno con su estilo por miles, millones de españoles.

Los que no habéis visto muchas películas de Spaghetti Western tenéis un filón de perfiles de la vida cotidiana y de estilos de liderazgos llevados a su máxima expresión. Perfiles opuestos, personajes en las antípodas unos de otros pero con una gran complementariedad y atractivo. Ah, se me olvidaba, en esta película os preguntareis ¿Quién es el feo?...está claro, el feo soy yo.