GEOGRAFÍAS HUMANAS

SOCIEDAD, POLÍTICA, COMUNICACIÓN...

lunes, 3 de diciembre de 2012

EL BUENO, EL FEO Y EL MALO



El Spaghetti Western fue un género o subgénero de las películas de cawboys del oeste americano, el cual hizo caja fundamentalmente en los años 60 y 70. Uno de sus directores más ilustres, sino el que más, fue Sergio Leone que puso su firma en cintas tan recordadas como “Por un puñado de dólares”, “Hasta que llegó su hora”  y muchas otras que le sitúan en el olimpo de los directores más reconocidos, sobretodo por sus filmes rodados en el desierto de Tabernas en Almería. A mi particularmente me gusta la película que protagonizaron un trío inolvidable: Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach, “El bueno, el feo y el malo”…moortaaall!! Para mi gusto una buena cinta, una buena banda sonora, un guión al pelo, buenos actores y un director inteligente a la hora de manejar el rodaje de este tipo de películas.

En las situaciones cotidianas, de relaciones interpersonales, ya describí la semana pasada los estilos de liderazgo y su relación directa con los fondos y las formas de comunicarse así como con las reacciones psicológicas de empatía y asertividad. Si tuviéramos que simplificar aún más de lo que lo hicimos y tuviéramos que poner algún ejemplo claro de polos opuestos, me viene bien acudir a esta película (más cine por favor, como decía Aute) para señalar el estilo comprensivo, prudente, tranquilo, soñador, voluntarioso, como el estilo del bueno, el estilo del liderazgo buenista, eficaz para situaciones de no conflicto, de comunicación efectiva pero con la pega, si es que la podemos denominar así, de ser una comunicación que funcionan en ambientes que la propician. El líder tranquilo que destaca más por como hace las cosas que por lo que hace. En el lado opuesto esta el líder que vamos a llamar el “malo”. Y si un malo consigue que ese sea su atractivo, funciona. Lo imprevisible, el descaro, el ego, el atrevimiento, el líder travieso con una confianza en si mismo a prueba de balas. Su estilo opuesto al “bueno” es igualmente eficaz porque ofrece la otra cara de la misma moneda, ofrece emociones dispares y compromete la voluntad del interlocutor, cosa lo cual, que es muchas veces agradecido por personas que prefieren no oponer resistencia ante las exigencias del “malo” ¿masoquismo? No, más bien necesidad de sentirse seguro y ya se sabe que en las necesidades vitales la seguridad ocupa uno de los primeros  escalones.

El bueno no es un estratega, ni siquiera un táctico, pero enhebra sus objetivos con paciencia y de manera sutil, sin prisas y casi de manera inconsciente. El malo es tozudo, táctico y enlaza sus objetivos desde la meta hacia atrás, decide el resultado y desarrolla sus estrategias implacablemente a lo largo del tiempo para como Casandra tener claro el cumplimiento de su propia profecía. Como ya señalé en el anterior post, en realidad no existen solo los blancos y los negros en la paleta de colores del liderazgo, más al contrario el hecho de la multiplicidad de estilos la determinan la multiplicidad de personan que ejercen ese liderazgo y su influencia en los demás. Por otra parte, como en todo, nadie tiene un estilo puro sino una mezcla que nos hace a cada uno único y especial (no me compares dice Alejandro Sanz).

¿No habéis visto la película? Bueno, pues si no la habéis visto da igual, imaginaos la típica producción donde como en la realidad tenemos los papeles del policía bueno y la del policía malo, perfiles que independientemente de los resultados pueden ser igualmente atractivos o eficaces, no en vano normalmente nos solemos identificar con los dos perfiles en función del momento, hay veces que preferimos el perfil del “poli” bueno pero en muchas ocasiones la pizca de pimienta y atrevimiento del “poli” malo lo hace también deseable. No hay bueno sin malo.

En política es posiblemente el ámbito donde más se utiliza el término “liderazgo” o “líder” para señalar sobretodo a los dirigentes de los partidos o gobiernos. El descrédito actual de la política ha conducido irremediablemente al descrédito de la palabra líder asociada a la misma... Hoy por hoy hablar de líderes políticos es casi una paradoja si atendemos a lo que se escucha en la calle. Ya no hay policías buenos ni policías malos, solo hay policías y lo malo se transforma de ser un estilo comunicativo en maldad, concepto peyorativo el cual se les presupone a los políticos. En esta circunstancia estoy muy de acuerdo con el expresidente de la Junta de Andalucía Manuel Chaves cuando desconfía de los discursos en los que por ejemplo hace un año culpaban de todos los males de nuestro solar patrio a Zapatero y ahora un año después con otro gobierno la culpa ya no es del que gobierna sino la culpa por extensión es “de los políticos”. Sobre esto se podría hablar mucho más a fondo.

Volviendo a lo nuestro. Felipe González y Alfonso Guerra representaron durante mucho tiempo en la política española los modelos más claros del estilo del bueno y del malo tal y como lo estamos considerando aquí (a veces en mis ensoñaciones dudo de quien era el bueno y quien el malo), y sin duda los dos fueron lideres admirados y seguidos cada uno con su estilo por miles, millones de españoles.

Los que no habéis visto muchas películas de Spaghetti Western tenéis un filón de perfiles de la vida cotidiana y de estilos de liderazgos llevados a su máxima expresión. Perfiles opuestos, personajes en las antípodas unos de otros pero con una gran complementariedad y atractivo. Ah, se me olvidaba, en esta película os preguntareis ¿Quién es el feo?...está claro, el feo soy yo.