GEOGRAFÍAS HUMANAS

SOCIEDAD, POLÍTICA, COMUNICACIÓN...

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Entre la realidad y el deseo


     Es seguro que en lo que dura un año, todos hemos pasado por momentos buenos, dulces y también por situaciones amargas o complicadas. Siempre es así y siempre será así. La vida para nuestra fortuna, no es plana, no es una línea monótona ni en las alegrías ni en las tristezas, por eso cuando hacemos balance es recomendable no cebarse en la apreciación que todos tenemos de cuales han sido los acontecimientos más importantes o los más recordados, como cuando escuchamos una conferencia, un discurso o una clase magistral: que solemos rememorar con más claridad el comienzo y el final de la charla (por eso la mayoría de los buenos oradores preparan con especial dedicación las formas y fondo del comienzo y de la resolución de dicho discurso). De hecho hay que procurar que en ese balance nos ocupemos de ser objetivos en todos los sucedidos.

     En cualquier caso el fin de año nos sirve para, realizado mentalmente ese balance, predisponernos a avanzar lo que queremos para los próximos 365 días, es decir, repasamos y hacemos una descripción del estado actual e intentamos describir el estado deseado para el futuro. Esa es la pulsión de cambio, y cuando me refiero al “cambio” entre otras acepciones estoy señalando la adaptación del hombre al mundo, y esa capacidad adaptativa precisa de cambio porque la evolución del mundo (tanto del mundo físico como el social, lo externo y lo interno) es tal, que una actitud hierática, inmovilista nos fija en el pasado y no nos permite conciliarnos con lo que hay y habrá.

     Entendemos por “estado actual”, la descripción de la situación presente en términos de lo que percibimos, datos objetivos, y por  “estado deseado”, la alteración de estos datos del modo como deseamos vivirlos en el futuro (Sebastián 2006)

     Cambiar, por lo tanto, no es un acto que solamente se produzca con la participación de la voluntad, no es solo un acto volitivo que se ejecuta en un momento determinado, es un camino, el camino del cambio, el cual precisa que esa voluntad se acompañe de una serie de acciones como es que se inicie identificando que es lo que quiero cambiar. En ese camino imaginamos el estado deseado, nuestra mente nos dibuja nuestros deseos, como queremos que esos cambios se hagan realidad en el futuro y así en nuestras ensoñaciones disfrutamos con lo que“esperamos”, esas expectativas que nos mueven y que esperamos vivir. Es como cuando somos capaces de ver en nuestra imaginación el coche que nos vamos a comprar porque nos ”va” a tocar la lotería. Nos imaginamos que lo conducimos, vemos esos lugares que queremos ver y que con ese coche conseguimos. O cuando queremos a alguien e inmediatamente nos imaginamos como vamos a estar con ella, hacemos casi un plan imaginario de vida, todo placentero por supuesto.

     El paso más importante para que ese camino del cambio no se tuerza o cuando menos sea posible su consecución en el tiempo es “convertir el pensamiento en acción” (Dyer). Hay personas que tienen especial capacidad para que su visión sea concretada en la ejecución de las misiones que contempla y otras personas que van dando palos de ciego porque posiblemente no tienen claro lo que desean, vértigo o simplemente que sus imaginaciones no dibujan con claridad que es lo que quieren hacer.

     Todos ponemos entre paréntesis nuestros deseos, es más, en muchas ocasiones no somos capaces ni de discernir que es lo que realmente queremos y desde luego a veces no tenemos claro si lo que queremos es lo que nos conviene, por eso entre otras tipologías humanas tenemos a los idealistas y también a los pragmáticos.Pues bien, el camino del cambio pasa por hacer una buena mixtura de ambas personalidades, conseguir que lo que deseamos no pase desapercibido por nuestra mente y que tengamos la sagacidad de concluir si nos interesa o no. La vida es una aventura, desde luego, pero no tiene que ser una aventura sin el mínimo de seguridad, de la misma manera que un alpinista sensato no se atrevería a escalar las más altas cumbres sin tener los medios suficientes que le garanticen en alguna medida su integridad física.

     Por todo esto es muy importante que seamos capaces de establecer correctamente cuales son los estados deseados y estos ponerlos en contradicción con nuestra intimidad, verificando claramente que es lo que realmente queremos, que es lo que podemos y que es lo que nos asegura el estado de flujo (explicado en el anterior post) a lo mejor menos intenso pero más duradero o más gratificante a largo plazo.

     Terminado el año, propósito de mejorarnos y de encontrar lo que queremos y de querer lo que encontramos.

     Feliz año 2013 a todos los lectores de este blog que no es más que un divertimento que me permite, fundamentalmente, a través de esta forma de comunicación, conciliarme conmigo mismo y comunicarme contigo aunque torpemente y de esta manera tan extraña. Mi slogan el año 2012 fue “lo mejor está por llegar”, para este nuevo año el himno de algunas personas, el titulo de una hermosa y conocida canción de Coldplay“Viva la Vida”. Todo tuyo.  

lunes, 17 de diciembre de 2012

Felicidad



Es la felicidad uno de los conceptos más difíciles de definir o de explicar. Posiblemente sea de los constructos más complicados y seguramente el más deseado de todos los que podamos analizar. La humanidad desde sus orígenes independientemente de elaboraciones religiosas o de tipo místico, ha venido deambulando civilización tras civilización, toda la historia, persiguiendo su consecución tanto individual, grupal o colectiva. Ser felices es en definitiva el gran objetivo de la vida, el problema es su difícil  definición y por tanto lo difícil de llegar a su concreción. Ser felices puede ser lo que nos describía Aldous Huxley en “un mundo feliz” donde el condicionamiento, el orden, el no desear, eran las pruebas irrefutables de la condición de ser felices. Ser felices puede ser todo lo contrario, como lo pudo ser Robinsón Crusoe en la novela de Defoe cuando su obligada anarquía le otorgaba libertad. Ser felices puede ser, y así lo atestiguan cuantos estudios se han hecho, infinidad de variables, en un concepto que tiene un componente absolutamente subjetivo (de sujeto) y por tanto el propio sujeto sabe cuando es feliz y cuando no, lo difícil es explicarlo.

La psicología positiva viene estudiando desde hace muchos años las implicaciones de los estados mentales en la declaración de felicidad del individuo, y analizando desde movimientos tan clásicos como el de los epicúreos hasta la actualidad que vienen a concluir, siempre entrecomillas, cuales son los factores que desembocan en los tres tipos de felicidad a los que se refieren las personas cuando dicen ser felices.

1.- Placer y emociones positivas: Entroncando con la filosofía epicúrea, este seria un nivel básico de la felicidad y que ofrece una sensación más corta de duración. En este nivel hay que poner en el mismo plano el concepto de felicidad con el de bienestar. –una buena siesta, comer en buena compañía, tomar el sol tranquilamente, hacer el amor…- Hablamos de disfrutar de las cosas buenas que nos da la vida y conseguir disfrutarlos de manera que siempre nos ofrezca esa satisfacción (compartirlos, describirlos, recordarlos…). Sería uno de los niveles más bajos en la pirámide de motivación de Maslow

2.- Estado de flujo: Concepto que teoriza Csikszentmihalyi. Se trata de la felicidad que surge cuando disfrutamos haciendo algo que nos da satisfacción. Hay que identificar cuales son nuestras habilidades o talentos y encontrar dónde usarlos de una manera comprometida, nos involucramos en esa actividad. Así se logra no sólo un estado de placer transitorio, sino la sensación de que somos felices haciendo continuadamente las cosas que nos gusta hacer. Este sería un estadio superior de felicidad

3.- Dar sentido a la vida: es el nivel superior de la felicidad y la más permanente en el tiempo y por lo tanto la más satisfactoria. Nuestra vida y nuestras capacidades, nuestro relato vital al servicio de algo, alguna causa que supere y sea más grande de lo que uno mismo es y es capaz de hacer. No es solo estar a gusto con lo que hacemos, es encontrar aquello que realmente nos motiva en nuestra vida y que aporta algo permanente a nuestros sentimientos. Identificamos nuestros valores y creencias y las ponemos al servicio de algo que estando fuera de nosotros nos da plenitud. El sentido de vida se encuentra y adquiere significado en relación con lo que nos circunda.  Lo que nos produce sentimientos positivos más intensos y profundos, en este caso definitivamente sentirse feliz no es la satisfacción que nos produce la consecución de nuestros objetivos y de nuestros logros y deseos, sino que lo que nos gratifica es el proceso, las expectativas.

Si damos por buenos estos tres tipos de felicidad, podemos concluir varias cosas, a saber:

a)      Evidentemente podemos hacer subconjuntos de todo tipo y variantes entre ellas.
b)     La felicidad es un concepto en el cual tenemos que mezclar tres componentes: el placer sensorial que lo identificamos con el primer apartado. La actividad satisfactoria con el segundo y la misión o sentido de la vida con el más elevado.
c)    La felicidad plena es un constructo que viene determinado por la consecución simultánea de estos tres factores.
d)   Es la motivación, la actividad dirigida a algo, el deseo de ello, su búsqueda, y no el logro o la satisfacción de los deseos, lo que produce en las personas sentimientos positivos más profundos.

La felicidad puede consistir, al menos en parte, en ser consciente de que uno es feliz y tiene un estado de ánimo positivo. En algunos estudios llevados a cabo desde el ámbito de la psicología, compararon a personas que decían ser felices con otras que se sentían deprimidos o algo insatisfechos. Los resultados obtenidos indicaron que las personas felices tienen opiniones  más altas sobre sí mismas, mayor autoestima y tienen un mayor grado de optimismo. Otro componente que acompaña a la felicidad es el buen humor ejerciendo ambos, pensamientos positivos y buen humor,  una influencia positiva  en muchos ordenes de la vida de un individuo. De hecho, el buen humor ejerce una influencia muy positiva sobre los pensamientos y sobre la conducta.

Por último insistir que si bien existe ese clamor que dice que no existe la felicidad y si los momentos felices y que hay que vivir el día a día decir que solamente la posibilidad de conducirnos a través de expectativas nos proporciona una gozosa sensación de felicidad. Pongamos un ejemplo, cojamos a dos familias sentadas en su comedor dando cuenta de un estupendo almuerzo y con animada charla. Eso en principio es lo que llamamos una escena de felicidad, un retrato de lo que decimos ser felices. Contextualicemos un poco más, la comida es el 25 de diciembre, Navidad, y por tanto esa estampa sin duda corresponde a dos familias felices, pero ojo, resulta que a pesar de su sonrisa el hombre de la familia “A” se enteró hace dos días que tiene cáncer y que sin dilación tiene que ponerse un tratamiento duro y no del todo eficaz. En la otra familia, “B” tienen programado un viaje por Europa para dentro de seis días. Se acabo la estampa, las expectativas de uno y otro son distintas y por lo tanto el hecho objetivo de estar comiendo en familia unos buenos manjares no es suficiente para que la familia “A” se sienta feliz y posiblemente la familia “B” no solo tiene unas expectativas muy halagüeñas sino que también está disfrutando el momento de una manera más satisfactoria. En resumen la felicidad no es un conjunto de momentos felices es también cuestión de expectativas., alimentarlas, el no estar tan obsesionados con el logro nos asegura un proceso más feliz, pregúntense si no es verdad que cuando éramos pequeños posiblemente disfrutábamos más pensando en lo que íbamos a disfrutar con ese juguete que tanto deseábamos y que una vez que los reyes magos nos lo traían casi lo ignorábamos y ya estábamos pensando en el siguiente.

Sean felices, también en Navidad.

lunes, 10 de diciembre de 2012

CARISMA



Uno de los atributos más controvertidos del líder es el llamado “carisma“. Así, hablamos del líder carismático cuando nos referimos a algo tan enigmático como el encanto o su capacidad de encantamiento, ese magnetismo que atrae a los demás como si de verdad tuviera una energía o realizara conjuros que hechizaran a la gente. Un flautista de Hamelin.

Los griegos hablaban del carisma como la capacidad de agrado, algo así como tener una personalidad atractiva, la cual era un don de los dioses, es decir se nacía con carisma. Hoy sabemos que ese magnetismo, esa fuerza o energía invisible no la regala nadie, ni dios, es más bien el producto final de una serie de aprendizajes, experiencias contextuales, conductas y características psicológicas que desarrolladas de manera conciente o inconsciente dan lugar a lo que llamamos carisma. Ese encanto lo podemos traducir como la habilidad (insisto, no innata) para conseguir de los demás afecto, interés y admiración a través de ese encanto personal.

Resumo a continuación algunas de las características que tienen las personas carismáticas y que han sido profusamente investigadas por el experto en el tema John Maxwell.

1.- Vitalistas. Personas que tienden a expresar con naturalizad la alegría y su capacidad empática. Son personas activas y tratan de contagiar ese activismo de manera alegre. Tienen su sonrisa presta para ofrecerla.

2.- Valoran las capacidades de los demás. Los líderes emplazan su valoración de los demás a las expectativas, es decir, no ven a las personas como son sino como de bueno pueden llegar a ser.

3.- Comparten. Un líder carismático trata de compartir con los demás sus capacidades. Suman en su visión. No suelen ejercer su poder o influencia como algo ignoto para los demás, busca la complicidad, la compañía y además la disfrutan.

4.- Dan esperanza. Son positivos y creen que lo mejor está por llegar. Gestionan las expectativas como elixir de la felicidad.

En este punto me detengo un poco. La felicidad y las expectativas, aunque lo desarrollaré más detenidamente en algún post próximamente, en resumen se complementan de la siguiente manera: son las expectativas futuras las que nos permiten tener un presente feliz. En contra del habitual “no existe la felicidad sino los momentos felices”, son las expectativas futuras, no las metas mensurables, no los objetivos a cumplir, las que nos permiten tener esa agradable sensación de felicidad. El ver frustrada unas expectativas no condiciona la posibilidad de tener inmediatamente otras ilusiones y nadie además nos puede quitar lo bien que estamos mientras esa expectativa o ilusión permanece proyectada en el futuro. La persona carismática o líder carismático proyecta su estado de felicidad en las expectativas que él mismo crea y las riega entre los demás. Ilusiona. La ilusión motor de vida.

5.- Al servicio de los demás. Los éxitos de su entorno son vividos con gran alegría y como propios por todos. Una persona carismática basa su comunicación no tanto en conseguir aumentar su autoestima sino en que su entorno si lo consiga.

6.- Ser natural. Si percibimos a alguien como artificial difícilmente le otorgaremos el concepto de líder carismático. La sencillez, la ausencia de engolamiento y de egolatría son atributos de nuestro hombre. Tener tu propio estilo es tener estilo.

7.- Pasión por ti. Conoce su capacidad y la utiliza noblemente. Un líder sabe  que puede ejercer influencia en los demás en alguna medida. Transmitir pasión, energía, optimismo, expresividad y hacerlo con el objetivo del bien común de influenciar positivamente en los demás es parte indispensable. Nada de desconfianza, manipulación, terquedad. Sabe escuchar y sabe hablar.

De cada una de estas características, podríamos debatir extensamente y como verán el carisma no tiene nada que ver con el aspecto físico, no necesitamos a un líder que forzosamente sea guapo, alto y distinguido. Sobretodo y en la mezcla de todo estos atributos señalamos que la persona carismática tiene presencia. Se nota su presencia. Llena el escenario y no pasa inadvertido para muchos. Su calidez, su temperamento empático, su capacidad de generar equipo, su alegría, su positivismo, su visión de futuro…comportamientos verbales y no verbales que nos comunican pasión e ilusión, capacidad de expresión, sentimientos y emoción. Mézclese todo eso y póngalo en su actividad profesional, familiar, en asuntos de amigos, en la política, en personajes famosos, en asuntos del corazón…y seguro que encontrará a personas con carisma que es posible que le aportarán mucho en su vida.

lunes, 3 de diciembre de 2012

EL BUENO, EL FEO Y EL MALO



El Spaghetti Western fue un género o subgénero de las películas de cawboys del oeste americano, el cual hizo caja fundamentalmente en los años 60 y 70. Uno de sus directores más ilustres, sino el que más, fue Sergio Leone que puso su firma en cintas tan recordadas como “Por un puñado de dólares”, “Hasta que llegó su hora”  y muchas otras que le sitúan en el olimpo de los directores más reconocidos, sobretodo por sus filmes rodados en el desierto de Tabernas en Almería. A mi particularmente me gusta la película que protagonizaron un trío inolvidable: Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach, “El bueno, el feo y el malo”…moortaaall!! Para mi gusto una buena cinta, una buena banda sonora, un guión al pelo, buenos actores y un director inteligente a la hora de manejar el rodaje de este tipo de películas.

En las situaciones cotidianas, de relaciones interpersonales, ya describí la semana pasada los estilos de liderazgo y su relación directa con los fondos y las formas de comunicarse así como con las reacciones psicológicas de empatía y asertividad. Si tuviéramos que simplificar aún más de lo que lo hicimos y tuviéramos que poner algún ejemplo claro de polos opuestos, me viene bien acudir a esta película (más cine por favor, como decía Aute) para señalar el estilo comprensivo, prudente, tranquilo, soñador, voluntarioso, como el estilo del bueno, el estilo del liderazgo buenista, eficaz para situaciones de no conflicto, de comunicación efectiva pero con la pega, si es que la podemos denominar así, de ser una comunicación que funcionan en ambientes que la propician. El líder tranquilo que destaca más por como hace las cosas que por lo que hace. En el lado opuesto esta el líder que vamos a llamar el “malo”. Y si un malo consigue que ese sea su atractivo, funciona. Lo imprevisible, el descaro, el ego, el atrevimiento, el líder travieso con una confianza en si mismo a prueba de balas. Su estilo opuesto al “bueno” es igualmente eficaz porque ofrece la otra cara de la misma moneda, ofrece emociones dispares y compromete la voluntad del interlocutor, cosa lo cual, que es muchas veces agradecido por personas que prefieren no oponer resistencia ante las exigencias del “malo” ¿masoquismo? No, más bien necesidad de sentirse seguro y ya se sabe que en las necesidades vitales la seguridad ocupa uno de los primeros  escalones.

El bueno no es un estratega, ni siquiera un táctico, pero enhebra sus objetivos con paciencia y de manera sutil, sin prisas y casi de manera inconsciente. El malo es tozudo, táctico y enlaza sus objetivos desde la meta hacia atrás, decide el resultado y desarrolla sus estrategias implacablemente a lo largo del tiempo para como Casandra tener claro el cumplimiento de su propia profecía. Como ya señalé en el anterior post, en realidad no existen solo los blancos y los negros en la paleta de colores del liderazgo, más al contrario el hecho de la multiplicidad de estilos la determinan la multiplicidad de personan que ejercen ese liderazgo y su influencia en los demás. Por otra parte, como en todo, nadie tiene un estilo puro sino una mezcla que nos hace a cada uno único y especial (no me compares dice Alejandro Sanz).

¿No habéis visto la película? Bueno, pues si no la habéis visto da igual, imaginaos la típica producción donde como en la realidad tenemos los papeles del policía bueno y la del policía malo, perfiles que independientemente de los resultados pueden ser igualmente atractivos o eficaces, no en vano normalmente nos solemos identificar con los dos perfiles en función del momento, hay veces que preferimos el perfil del “poli” bueno pero en muchas ocasiones la pizca de pimienta y atrevimiento del “poli” malo lo hace también deseable. No hay bueno sin malo.

En política es posiblemente el ámbito donde más se utiliza el término “liderazgo” o “líder” para señalar sobretodo a los dirigentes de los partidos o gobiernos. El descrédito actual de la política ha conducido irremediablemente al descrédito de la palabra líder asociada a la misma... Hoy por hoy hablar de líderes políticos es casi una paradoja si atendemos a lo que se escucha en la calle. Ya no hay policías buenos ni policías malos, solo hay policías y lo malo se transforma de ser un estilo comunicativo en maldad, concepto peyorativo el cual se les presupone a los políticos. En esta circunstancia estoy muy de acuerdo con el expresidente de la Junta de Andalucía Manuel Chaves cuando desconfía de los discursos en los que por ejemplo hace un año culpaban de todos los males de nuestro solar patrio a Zapatero y ahora un año después con otro gobierno la culpa ya no es del que gobierna sino la culpa por extensión es “de los políticos”. Sobre esto se podría hablar mucho más a fondo.

Volviendo a lo nuestro. Felipe González y Alfonso Guerra representaron durante mucho tiempo en la política española los modelos más claros del estilo del bueno y del malo tal y como lo estamos considerando aquí (a veces en mis ensoñaciones dudo de quien era el bueno y quien el malo), y sin duda los dos fueron lideres admirados y seguidos cada uno con su estilo por miles, millones de españoles.

Los que no habéis visto muchas películas de Spaghetti Western tenéis un filón de perfiles de la vida cotidiana y de estilos de liderazgos llevados a su máxima expresión. Perfiles opuestos, personajes en las antípodas unos de otros pero con una gran complementariedad y atractivo. Ah, se me olvidaba, en esta película os preguntareis ¿Quién es el feo?...está claro, el feo soy yo.

martes, 27 de noviembre de 2012

LIDERAZGO: Comunicación y Estilo


Definir La palabra liderazgo es tarea ardua si tratamos de compilar los múltiples matices que contemplan dicho concepto, así como la cantidad de expertos que desde distintas especialidades han reflexionado sobre la naturaleza del líder y sus acciones, las cuales le confieren como tal líder. Centrémonos entonces en intentar señalar cuales son las tareas que hace que una persona sea líder para con ello tener clara la función del liderazgo.

Un líder, e intentamos simplificar mucho, es aquel que se fija una serie  de objetivosmetas, toma de decisiones…y consigue que los demás las asuman como propias y traten de alcanzarlas. Por tanto el ejercicio del liderazgo sería la influencia que se ejerce sobre las personas para conseguir que esa labor a la que hemos aludido se haga de manera ilusionante, entusiasta y determinante. Estamos por tanto adentrándonos fundamentalmente en el campo de la psicología y en el de la comunicación. Ejercer la función de liderazgo comporta la utilización de mecanismos psicológicos y de conductas que promocionan su ejecución. Hablamos de empatía y asertividad, siendo la empatía un lugar de encuentro necesario para el líder, el cual tiene muy desarrollada su “Teoría de la Mente”, es decir, su capacidad de entender y comprender las emociones del otro. Es un proceso de simbiosis controlada en la cual somos comprensivos y atendemos a las circunstancias de los demás, nos ponemos en el lugar del otro y actuamos. La asertividad supone una respuesta comunicacional en la cual tenemos una certeza que mantenemos y defendemos sin lesionar derechos del interlocutorSaber decir “no” sin molestar.

Tanto empatía como asertividad son conceptos a camino entre la psicología y la comunicación. El ejercicio del liderazgo exige el desarrollo de habilidades psicológicas y comunicacionales, y las cualidades del líder entre otras muchas pueden ser: empatía, conocimiento, confiabilidad, asertividad, integridad, carisma, habilidades sociales y comunicativas en general.

Desde distintas escuelas y disciplinas se han estudiado los distintos estilos de líder y por tanto del ejercicio del liderazgo y todas entran de lleno en la capacidad de comunicación, en como se comunica (hay algunas excentricidades que singularizan al líder en rasgos más o menos exóticos pero que si lo analizamos bien, al final estamos hablando de comunicación, de lenguaje corporal…Así algunos hablan de lideres en función de su aspecto físico –altos, guapos…-, otros hacen referencia al “aura”, que bien mirado es algo tan poco místico como la atracción que despierta, su forma de comunicarse en todas sus dimensiones…)

Vamos a señalar cinco estilos de liderazgo, estilos a los que podríamos añadir algunos más si atendemos a la numerosa bibliografía existente y a la diversidad de dimensiones que podemos tratar. Podemos también tener en cuenta que de la combinación de los distintos estilos esta la fortaleza del propio líder. No nos valen blancos o negros y solo un hermoso arco iris de colores y matices es lo que en realidad corresponde a lo que de manera casi automática todos entendemos cuando decimos de alguien que es un líder.

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Estilo directivo. En el cual el líder instruye con claridad, sabe lo que quiere sin dudarlo y genera tal confianza que es seguido, o mejor, es asumido por los interlocutores.
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Estilo participativo. Comparte ideas, las solicita, valora las inquietudes del equipo, hacen de la consulta un indispensable en las relaciones. Toman decisiones valorando las apreciaciones del equipo.
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Estilo del líder delegativo. Comparte la autoridad o sus opiniones con los demás, concede la capacidad a los otros de tomar determinadas decisiones. Lo que no delega es la responsabilidad a lo que habría que añadir que tampoco se delega el conocimiento.
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Estilo transformador. Busca el enriquecimiento personal y el de los que le rodean. Optimiza las relaciones personales. Es ideal para revertir una situación de crisis.
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Estilo transaccional. Busca el acuerdo, la conciliación. Es un motivador.

En definitiva un líder no solo tiene que ser alguien que tenga buenas ideas sino que por su ejecutoria es capaz de convencer o atraer a los demás (ya hablaremos del carisma). Si esas ideas o esos estilos los fundimos en un concepto como el de visión, obtendremos las características personales y de comunicación más eficaces para que podamos significar a un líder en todos los ámbitos de la vida.

lunes, 19 de noviembre de 2012

¡¡¿¿Cómo están ustedeeess??!!



Ayer se murió Miliki, el payaso de la tele. Los de mi generación nos aprestábamos de manera alegre y deseosa alrededor del Vanguard en blanco y negro para escuchar a esa familia comandada por este payaso, músico, actor… que por las tardes nos preguntaban como estábamos. La fórmula, hoy por hoy, repetida para la respuesta era un “biennnn” de miles de niños de todo el país, que apenas nos enterábamos de que mientras nosotros estábamos bien el dictador Franco agonizaba, la dictadura seguía amordazando los deseos de libertad de los españoles y nuestro país era como la tele donde veíamos a Miliki, en blanco y negro.

Han pasado muchos años, unos cuarenta, año arriba, año abajo del “había una vez un circo”, y han pasado, claro, muchas cosas, los niños de entonces peinamos canas (las que me quedan), nos hemos casado, hemos tenido hijos que no tienen payasos “de” la tele pero sí payasos “en” la tele, nuestros padres ya son abuelos, existe el divorcio y lo utilizamos, hemos estudiado mucho, el país comenzó a verse en color y en definitiva todo cambió, como todo cambia día a día. Se tuvo la ilusión de la transición y las primeras decepciones que supone el vivir en democracia. Gobernaron los socialistas con sus trajes de pana y escuchábamos la nueva ola musical de eso que se vino en llamar “la movida”. Han pasado muchos años pero en lo esencial seguimos teniendo los mismos miedos, las mismas ilusiones, la fragilidad de la felicidad y la preocupación por el futuro que tal como pinta, por primera vez, parece que no será mucho mejor que el reciente pasado.

A lo largo de la vida se pasan por muchas situaciones donde tienes que elegir, para bien o para mal, las tesituras comienzan desde bastante jovencito: ¿ciencias o letras? ¿Maestro o abogado? ¿Compro o alquilo? y así durante toda la vida. Hoy por hoy nos lo están poniendo difícil, parece que como decía Felipe Gonzálezel futuro ya no es lo que era” y en estos últimos años nos están haciendo padecer más sufrimiento del que razonablemente tendríamos la obligación de aguantar. Hoy vemos en la tele como para que un gobierno reaccione ante el problema de los desahucios una muchacha se tiene que tirar por la ventana. Tenemos que ver como nos siguen insultando diciéndonos que nos quitan derechos y servicios públicos con la cantinela mentirosa de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Condenan a nuestros jóvenes a preocuparse y de que manera desde muy pronto por un futuro demasiado incierto. De manera cruel pero sigue siendo útil eso de “había una vez un circo” porque esto es un circo.

En una pintada del Mayo del 68 se leía en París: “Dios ha muerto, Marx ha muerto, y yo no me encuentro muy bien últimamente”. Pues eso, hace cuarenta años nos preguntaba el genial Miliki ¡¡¿¿ Cómo están ustedes ¿?!! y nosotros que éramos niños le decíamos que bien. Hoy que ya estamos creciditos cuando nos preguntan eso desde los púlpitos políticos ya no contestamos lo mismo. Como dice una amiga mía cuando termina un argumento: “…o sea que…” pues mal, ¿cómo vamos a estar?

lunes, 12 de noviembre de 2012

LAS EXPECTATIVAS CREADAS



Cada cuatro años se cumple inexorablemente la tradición de que el primer martes después del primer lunes del mes de noviembre, se celebran las elecciones para elegir al Presidente de los Estados Unidos de América. Es un país que teniendo una escasa historia temporal, apenas 236 años desde la declaración de independencia, construye su historiografía con un buen número de tradiciones y tópicos que cumplen de manera sistemática. Así, el pasado 6 de noviembre se procedió a la elección del máximo mandatario, elección que de hecho se convirtió en la reelección de Barak Obama, quien el próximo mes de Enero comenzará su mandato como el número 45 de los Presidentes de los Estados Unidos.

Hace cuatro años la elección abrumadora de Obama respondió a una serie de circunstancias bastante identificables: - La enorme impopularidad de los republicanos después de un caótico segundo mandato de George W. Bush. – La profundización de una crisis económica que desde la administración Federal o bien se ignoraba o a la que se le ponían paños calientes (¿les suena?) –La capacidad de Obama de integrar a su alrededor a tres segmentos de población vitales en cualquier elección, su capacidad de comunicar con mujeres, jóvenes y minorías étnicas y culturales. – Y sobretodas estas cosas, la capacidad del candidato y su campaña de crear y mantener entre la ciudadanía americana unas altas expectativas sobre el futuro que les correspondería con su elección.

La capacidad de comunicación y de oratoria de Obama se centraba fundamentalmente en transmitir visión, ilusión y esperanza. Las propuestas concretas pasaban por elementos de un gran calado para las gentes pues de producirse realmente conllevarían un cambio radical en la vida de muchos millones de americanos. Léase entre estas propuestas la reforma sanitaria que hiciera universal la prestación de esos servicios. La reforma de la política migratoria que le daba esperanza a millones de personas hasta el momento ignoradas. Abanderar la lucha contra el cambio climático con la apuesta de la consolidación de las energías limpias. La progresividad fiscal para favorecer a la clase media solicitando un mayor esfuerzo a las clases más adineradas. Profundización de las políticas públicas tan sensibles como en la educación, el abandono del lenguaje bélico como primera opción en la solución a los conflictos internacionales… y todo ello revestido de un aura de sensatez, sinceridad, honestidad, brillantez expositiva. Daba, en ese momento, la sensación de que se había encontrado, por fin, el líder mundial que fuera capaz de cambiar la dinámica existente. Las expectativas que iba creando en todo el globo eran tan altas como altas eran las prestaciones en cada discurso, en cada intervención del afroamericano.

¿Quién creó las expectativas, el propio Obama o fueron los propios ciudadanos en base a lo que veían, intuían o más bien deseaban? Lo cierto es que cuatro años después el Presidente, o el Comandante en Jefe como les gustan en llamarle, ha tenido que gestionar, ha tenido que mancharse los pies de barro y ha podido comprobar que todo es más difícil que construir un discurso. Así también la ciudadanía ha comprobado que una cosa es predicar y otra bien distinta dar trigo...

Eran tan altas las expectativas de los ciudadanos que era imposible que se pudiera llegar a responder a ellas, de esta forma en su reelección no ha podido recurrirse a esas expectativas por frustradas (como todo, en su gestión ha habido claros y oscuros). El votante ha seguido confiando en él, lo ha reelegido y sin duda porque aun habiendo defraudado en muchos casos, la comparación con las propuestas del candidato elefante han hecho a la gente a volver su mirada de nuevo a quien hace cuatro años les hizo tener esperanza, ilusión…

“Lo mejor está por llegar”. Esa fue la frase que eligió el Presidente en su discurso de la victoria del día 6, una frase que entronca directamente, una vez más, con aquellos sentimientos y emociones que conquistaron al mundo (por cierto ese es el título de mi entrada en el blog del 20 de abril de este año “lo mejor está por llegar”). Podemos decir que ya no crea expectativas, pero Obama sigue siendo una referencia nítida de esperanza para millones de personas en América y en todo el orbe. Puede que en su fuero interno se esté repitiendo que no puede responder a las expectativas de la gente, pero ya no es una cuestión de expectativas, es una cuestión de esperanzas, y la esperanza es lo último que se pierde o que te quitan. Yo aspiro como persona, ya que no valoro expectativas, aspiro digo, a seguir teniendo esperanzas y no perderlas, y si no hay que tenerlas que sea porque te las quiten aunque no te las hayan dado.

Las personas, la vida, funcionan a base de ilusiones, esperanzas, anhelos. Yo hubiera votado otra vez por Obama que aunque ya no despierta en mi persona expectativas, ni me da esperanzas, aún no me ha quitado las que tengo, y si no me las quiere quitar será porque las quiere mantener.

lunes, 5 de noviembre de 2012

La decepción

        Pasada la transición a la democracia en España se acuño el termino "desencanto" para significar la perdida de ilusión de los ciudadanos ante la constatación de que la recién estrenada democracia no había colmado las expectativas que la ciudadanía se había creado ante la conquista de la libertad. Este sentimiento se hizo fuerte entre las generaciones mas jóvenes que por una parte no habían tenido vivencias de lo que fue la dictadura de Franco y por otra parte ante la insatisfacción que les producía las circunstancias que íbamos teniendo en la consolidación de la democracia.

         Sin embargo si echamos un vistazo a las estadísticas de cada convocatoria electoral, la participación en las mismas e incluso el comportamiento electoral de los ciudadanos, comprobamos que ese desencanto democrático o sobre el funcionamiento de la democracia no se ha traducido en muchos años en un dar la espalda al propio sistema, de hecho en las distintas encuestas que se han realizado en los últimos treinta años una mayoría apabullante sigue considerando al sistema democrático como el mejor para la convivencia (yo diría el menos malo). Por tanto no partimos de una histórica desafección por la formula que libremente hemos elegido.

          Dicho lo anterior, no cabe ninguna duda que en los últimos tiempos estamos asistiendo a una deriva en la que parece bastante palpable que mas allá de un inicial desencanto hemos pasado a una sentida y constatable decepcion, y esa palabra, ese sentimiento, es mucho mas grave porque atiende directamente a algo así como cuando Pablo se cayo del caballo, o como diríamos mas ordinariamente, hemos abierto los ojos. La decepcion es un sentimiento de insatisfacción que nos aparece cuando comprobamos que las expectativas sobre un deseo o una persona no se cumplen fundamentalmente porque lo deseado o lo esperado no era como esperábamos, algo así como si se te cae la venda, un desengaño.

         Es la decepcion la peor noticia para nuestro sistema. Los ciudadanos se sienten desengañados, ya esas encuestas muestran claramente que ya no hay tanta indulgencia con lo que sucede alrededor, los políticos engañan, los partidos no cumplen, la política es para medrar, las palabras bonitas solo esconden entre eufemismos una realidad que no se explícita, medias verdades dichas para no deprimir al auditorio (como si fuéramos menores de edad)...todo eso forma parte del sentimiento cada vez mas mayoritario entre los ciudadanos.

       El personal esta decepcionado y ya no cree en la política, o mejor, no cree en los políticos y en los partidos, sobretodo en los tradicionales; esta crisis, las políticas realizadas desde el 2008 hasta el momento, han exasperado a las personas que con buena voluntad habían creído en la bondad de cada propuesta, de cada acción. Esta situación es muy peligrosa para nuestro sistema, estamos en el trance de convertirnos en una democracia formal pero absolutamente alejada del aprecio de la ciudadanía que la sustenta, y eso es un caldo de cultivo para soluciones antidemocraticas.

       La decepcion es un sentimiento muy humano y cuando se produce la primera reacción es la perdida de interés o ilusión por aquello que se tuvo y es difícil recuperarla. Vuelvo a algún post escrito "una rosa es una rosa", es decir llamar a las cosas por su nombre, ser verdadero y no acudir al engaño por muy piadoso que este sea.

       Me interesa sobremanera la situación de la izquierda en este país, concretamente la del PSOE , cuya falta de credibilidad ha llevado a muchas personas honestamente socialistas a sentirse no ya desencantados sino verdaderamente decepcionados ante un discurso que no suena a verdadero, donde se le explican las causas de las decisiones tomadas con esas medias verdades que en el fondo no son mas que medias mentiras. Hablar claro, decir lo que hay para ahora y para el futuro, y si hay esperanza se dice y si no la hay también, lo que sea menos dejarlo todo al arbitrio del tiempo. ¿Que se persigue? ¿Cual es el objetivo? Son tiempos de tribulaciones y es lógico que se tengan dudas pero ¿Cuales son esas dudas? ¿No es mejor decirlas y que la gente sepa cual es la meta?. En fin, cualquier cosa menos esconder las cartas para intentar quedar bien porque posiblemente no se quede bien con nadie.

       Despejar las dudas, es decir si se tienen ¿Cuales son? ¿Coca cola o Pepsi? Y si la decisión es Pepsi pues se dice y a otra cosa. No encontraremos una opción viable en la izquierda española mientras no le llamen "rosa a las rosas". Tenemos la obligación de revitalizar nuestra democracia, hacerla mas transparente de verdad, buscar la participación ciudadana de verdad, eliminar el fraude, la corruptela como mal necesario, los partidos no pueden seguir siendo maquinas de ofuscación ciudadana, necesitamos que ilusionen de nuevo y eso no debería ser tan difícil "solo"    se trata de sincerase y saber que los trenes llegan y hay que cogerlos para no ternos que lamentarnos toda la vida, y eso depende de todos nosotros.

        Cuando la decepción llega todo es diferente, cuando la gente se decepciona pierde la ilusión y entonces busca otras cosas y no necesariamente mejores.

lunes, 29 de octubre de 2012

Juan es ¡¡Mortal!!



La validez de las premisas no presupone la validez de la conclusión. Es decir que podemos partir de análisis muy rigurosos, completos y de una verdad incuestionable pero sin embargo inferir conclusiones que nos alejan de la realidad o incluso del sentido común. Formalmente todo perfecto pero la realidad distorsionada. Así recuerdo algunos ejemplos que nos ponían cuando estudiábamos lógica proposicional  en la que es absolutamente necesario que las premisas sean verdaderas, válidas, pero la conclusión siendo válida no tenga porque ser verdadera (desde el punto de vista no formal).

Somos altos o bajos
Ese hombre no es alto
Por tanto, es bajo.

Desde el punto de vista formal es perfecto, pero la realidad nos dice que ser bajo o alto es una categoría subjetiva o como mucho sujeta a convención (puedes no ser alto y tampoco bajo)

Pensando en estas cosas y repasando algún que otro libro sobre la materia, me vino a la cabeza (¿Cómo no?) la situación económica del país y la forma de comunicarnos y hacernos copartícipes de las medidas que es están tomando por los responsables gubernamentales. Primero han ido desarrollando algunas ideas fuerzas a partir de las cuales construir un discurso coherente sobre lo que pasa y lo que se hace  ante las circunstancias: “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, “el estado derrocha”…de esta manera han hecho posible que nos entreguemos jubilosos a la segunda parte del plan, el cual arranca desde la aceptación de las anteriores premisas:  Si hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y el Estado además derrocha, lo que hay que hacer en reducir nuestras expectativas como ciudadanos, es decir plantearse que cualquier gasto económico no imprescindible como una presunción, un derroche. Por supuesto si el Estado derrocha, obvio es que lo que hay que hacer es impedirlo y si son los ciudadanos hacerlo imposible.

¿Qué hacer? Muy fácil. Para evitar que los ciudadanos gasten lo que no tienen lo mejor es hacerles ver por la vía de los hechos que no tienen y si en algún momento tuvieron algo, pues se lo quitamos (recortes salariales, despidos, subidas  de impuestos a los mas débiles…). Y con el Estado también muy fácil: Eliminar gastos “superfluos”, por ejemplo en Educación convenciendo ahora a los ciudadanos (en palabras del Ministro Wert) que gastar más en Educación no garantiza una mejor educación y que aumentar exponencialmente las tasas universitarias o el numero de alumnos por aula es irrelevante. También se abomina, en la receta (nunca mejor dicho), de la excelencia de la sanidad pública, de forma que a lo mejor después de muchísimos años comenzamos ahora a bajar la esperanza de vida a través de una desinversión en salud y de paso al morirse la gente antes no hay que pagar tantas pensiones de jubilación a tanto viejo (lo que tengan seguro privado no por supuesto, estos que vivan todo lo que puedan) ni tanto gasto hospitalario para mantener con vida a nonagenarios con una paguita de setecientos euros.

Me he acordado entonces de un ejemplo que ponen siempre en todos los libros de lógica:

Todos los hombres son mortales.
Juan es un hombre.
Por tanto, Juan es mortal.

Aquí coincide la realidad formal con la natural. Ser mortal es una característica que tenemos todos los hombres. No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista (esto podría servir para explicar un poco de la corriente peripatética). El valor polisémico de las palabras me permite expresar otro axioma (no matemático… ¿es entonces un axioma?) que podría ser de la siguiente forma:

Todas las crisis son mortales.
Vivimos en una crisis.
Por tanto, esta crisis es ¡¡¡mortal!!! (Léase ¡¡¡morrrtall!!!)

¿Me entendéis no? Al amparo de la crisis nos están haciendo pasar por todas las “horcas Caudinas” posibles. No podemos gastar, de hecho ya no gastamos ni bromas. A veces hasta pensamos que todo nos ocurre porque nos lo tenemos merecido…y al final nos creemos que las premisas son verdaderas, que la conclusión es verdadera, que no se puede hacer otra cosa…y así victoria tras victoria hasta la derrota final. ¡Ay! Pobre de nosotros que no nos creemos que en el origen de todo está que con la justificación de la crisis lo que están haciendo es aplicar un ideario político y nada más…o nada menos.

Lo único que se y esto si que es verdad es que “Juan es ¡¡¡mortal!!!

miércoles, 24 de octubre de 2012

MEDIUM VIRTUM EST



Repetía Horacio en una de sus epístolas lo que ya enunciaba Aristóteles en su “Ética a Eudemo” que la virtud está en el punto medio, que la virtud está en el equilibrio entre dos extremos. Los clásicos en su búsqueda de la sabiduría, de la belleza, de la ética y la proporción acuñaron esta máxima la cual ha llegado hasta nuestros días para señalar el deseable comportamiento en las acciones de los humanos. El juez para ser virtuoso tiene que aplicar la justicia de modo equilibrado. El profesor virtuoso es sabio  porque consigue introducir valores y enseñanzas en sus alumnos que los alejen de los aspavientos y la excentricidad. El político es valioso cuando busca en su acción a la mayoría de los ciudadanos para su bienestar sin olvidarse de acercar a la minoría. En las relaciones personales se debe tender a buscar también el equilibrio que nos aleje de la frialdad que separa y del histrionismo que nos ahuyenta.

En el equilibrio esta la virtud, siendo la virtud la capacidad por la cual somos capaces de tomar decisiones correctas que permitan solucionar problemas a través de acciones positivas sin tener que violentar a los demás. Una persona virtuosa sabe ser empática, también asertiva, justa y emocionalmente equilibrada. Para Platón las tres grandes virtudes son la sabiduría, el valor y el autocontrol. A nosotros nos llegaron fundamentalmente a través de las religiones como templanza, prudencia, fortaleza y justicia (en el catecismo había una pregunta retórica que pedía cuales eran las virtudes teologales, a lo que se respondía: fe, esperanza y caridad).

Hemos mencionado ante a los políticos y he señalado como al buen servidor de las cosas públicas a aquel que guía su acción a través de la máxima de Horacio “MEDIUM VIRTUM EST”, y esto no tiene que ver con ser de izquierdas, derechas, centro o mediopensionista, los idearios existen y siguen teniendo vigencia, así encontraremos a personas enclavadas en cualquier lugar del arco ideológico que cumplen o no cumplen con la premisa del equilibrio en su forma de actuar.

Moderación. Esa sería la conducta del equilibrio, e insisto no hablo de ser más o menos conservador, ser más o menos radical. Ser moderado es ser equilibrado, reflexivo, justo, prudente (hasta para comer es bueno ser moderado). Moderada es una persona que huye del péndulo a la hora de conducir su vida, huye de la exageración o como dije antes no se siente cómoda ante el histrionismo. De la misma forma y más en los tiempos que corren es necesario que introduzcamos en la política de nuestro país el concepto de “virtud” y de la moderación. Moderar las expresiones, moderar los discursos, aumentar la empatía y defender las ideas propias con pasión pero sin estridencias. Tener la capacidad de negar las ideas que no nos gustan con asertividad.

Tenemos que ser más lentos, más poco a poco como dice el movimiento “slowly”, pensar globalmente para actuar localmente, cuando menos tener la perspicacia de darnos cuenta que a veces pisamos el acelerador más de lo que es prudente sin darnos cuenta que hay otros que llevan la velocidad justa, entonces cuando vemos que nos hemos pasado de revoluciones tener la grandeza de reaccionar y volver a la virtud.

Actualmente la situación política en España pasa por tener un gobierno que no cumple su programa electoral y si cumple su ideario, lo cual es paradójico y poco ejemplarizante. Lo peor es que en la oposición tenemos a quienes, a base de políticas también paradójicas y al alejamiento de la realidad, han perdido la credibilidad y se van alejando de la centralidad, y si se pierde la centralidad (la centralidad del discurso progresista: valores y acciones propias de un partido que aspira a representar a la inmensa mayoría), es decir se aleja de la virtud, del médium virtum est y por tanto puede quedar en la irrelevancia de la que tanto hay que temer.

A los clásicos de Grecia y Roma les sucedieron los Bárbaros y con ellos llegó el oscurantismo, la incultura, la pérdida de la virtud. Si no nos ponemos en la tarea de recuperar en estos momentos esa capacidad de autocontrol, ese no permitir que la exageración y el extremismo nos lleven de nuevo a la barbarie, es necesario que busquemos el equilibrio, lo necesitamos como individuos y como sociedad.