GEOGRAFÍAS HUMANAS

SOCIEDAD, POLÍTICA, COMUNICACIÓN...

martes, 26 de febrero de 2013

LINCOLN


Resuenan todavía los ecos de la ceremonia de la entrega de los Oscar de la academia de cine americana y como siempre ha sido y será, habrá opiniones para todos los gustos sobre los merecimientos de tal o cual película, un actor u otro para que se le conceda tan apreciado galardón. Es un espectáculo mundial seguido por una millonaria audiencia y que concita un interés que va más allá de lo meramente artístico toda vez que la industria del cine es un escaparate indiscutible de un país que como Estados Unidos sabe “vender” todo aquello que consideran genuino y productivo. Este año competían en lo más alto de las preferencias y quinielas, entre otras, tres películas que nos relatan distintos episodios de la corta pero intensa historia de ese país: Argo, La noche más oscura y Lincoln. Argo, que a la postre se llevo el premio a la mejor película, cuenta la intrahistoria de la participación de la CIA en la crisis de los rehenes con Irán. La noche mas oscura, los turbios sucesos en la búsqueda y muerte de Bin Laden. Y por último, una excelsa producción de Spielberg, Lincoln.

No es un película que narre la biografía del Presidente mas renombrado de los Estados Unidos como en principio pudiera parecer, trata, y esto la hace más interesante, de contarnos el proceso de gestión de la enmienda constitucional que abolía la esclavitud en las postrimerías de la guerra de Secesión entre los Estados Confederados del Sur (esclavistas) y los Estados de la Unión (abolicionistas), Las luchas internas en los Partidos Demócrata y Republicano, la tensión y la toma de decisiones entre acabar con la guerra de manera inmediata o priorizar la enmienda, todo un proceso donde se muestra de manera impecable y natural las vicisitudes más genuinas de las políticas y políticos democráticos: el debate parlamentario, los argumentos por encima de las demagogias, la toma de decisiones en beneficio a terceros, la elocuencia, el anteponer el interés de los ciudadanos…y por otro lado nos enseña los vicios, que en la película aparecen como intrínsecos, de la democracia: la corruptela de los partidos, la ambición desmedida, la corruptela individual, los intereses corporativos, el eufemismo desmedido para no decir lo que hay que decir...

Bien valdría en la película, en cuanto al comportamiento de los dirigentes republicanos desde Lincoln  para abajo en cuanto a corruptores, comprando votos, sobornando voluntades para conseguir lo que ellos consideraban el bien superior: la aprobación de la enmienda abolicionista, bien valdría digo, el aforismo Chino que se nos hizo famoso por boca de Felipe González: “gato blanco, gato negro, el caso es que cace ratones” o aquel que decía que “al Estado también se le defiende desde las cañerías”. Y no seré yo quien niegue que el mundo “democrático” en determinadas circunstancias, ojo, en muy determinadas circunstancias, el fin justifica los medios. Veamos.

En España el máximo exponente de la “validez” de la citada expresión lo constituyo a mi modo de ver el proceso de transición democrática, donde el fin, que no era otro que el conseguir un estado democrático a partir de la dictadura de Franco, era el bien deseable y compartido por la inmensa mayoría. Para ello se procedió intentando no pisar callos (admitiendo pulpo como animal de compañía), evitando o tratando de evitar un juicio popular y real sobre la obra del franquismo, se transigió con los exegetas del régimen, se perdonarían felonías y culpas, se miro para otro lado. El fin era consolidar un estado democrático y evitar la tan temida posible conflagración armada de aquellos que no estaban dispuestos a abandonar su potro de poder. Se utilizaron para ello medios no democráticos para que llegara la Democracia. Los plutócratas, fascistas, ladrones de cuello blanco, verdugos, protegidos del régimen, torturadores, todos fueron a su vez protegidos de todo mal que hubieran de padecer como consecuencia de su activa participación en el régimen del terror. Y se ha dicho y repetido: “Un proceso ejemplar” y soto boche “el fin justifica los medios” a circunstancias excepcionales, medidas excepcionales.

Siendo lo anterior muy discutible por lo que de perverso y peligroso tiene el justificar acciones en el reverso de la Ley, hay que insistir en algo fundamental:  el beneficio de los ciudadanos (todo esto son cuestiones tan discutibles y peligrosas que estoy dispuesto a aceptar las criticas). ¿Cuándo se produce la perversión total de “el fin justifica los medios"? Pues precisamente cuando esos fines no tienen nada que ver con los intereses legítimos de la ciudadanía y la vileza de los medios no nos tortura la conciencia de manera insostenible. Es cuando esos intereses se solapan con los intereses propios y cuando se prostituye lo democrático, legal y aceptable convirtiendo lo que es intolerable en normal.

Ha dicho Rajoy,  y seguramente, espero, tenga razón, que la corrupción no es algo que este generalizado en nuestro país. Repito,  me gustaría que fuera así. No obstante algo ha ido ocurriendo para que todas las instituciones básicas de nuestro estado democrático estén inmersas en escándalos mayúsculos de corrupción para mayor escarnio de todos los ciudadanos. Desde la Corona, pasando por el poder Judicial, el Ejecutivo, los Partidos Políticos, organizaciones sociales y económicas, Ayuntamientos…y en casi todos los casos con sus protagonistas justificando, negando o incluso en muchas ocasiones con tomaduras de pelo considerables (escuchar a la número 2 del Partido Popular y Presidenta de la Junta de Castilla la Mancha, señora Cospedal, justificando de manera marxista, por Groucho claro, los pagos que regularmente ha ido realizando el Partido a su extesorero Bárcenas en un escándalo en si mismo), es algo que está consiguiendo que la gente de este pais esté no ya desencantada, está harta, hastiada, desconfiada, indignada.  Lo circunstancial en aras de un bien mayor común se ha convertido en lo normal en aras de un bien particular. Pero hay más. No es solo la política, en su sentido amplio, ni son solo los políticos, también en sentido amplio, los únicos “emprendedores” de las conductas corruptas, y además habría que distinguir entre corrompidos y corruptores, sabiendo que las conductas de todos estos son las más sangrantes y que causan mayor escándalo y oprobio. Este es un pais donde todavía escuchas a personas “normalitas” ufanarse de cómo engañan a Hacienda en la declaración de la Renta. Como hasta no hace mucho se veían anuncios de profesionales que ofertaban sus servicios para evitar pagar a Hacienda y son esos mismos profesionales los que no te hacen una factura ni  por equivocación. Este es un pais donde lo normal es que te pregunten si quieres factura con IVA o sin IVA, donde pedir la baja laboral por un dolor de cabeza es posible, un pais donde, como ya escribí en otro post, inauguró un género literario para mayor gloria de nuestros más insignes escritores: la picaresca.

En esas circunstancias conviene que hagamos algún acto de contrición, nos miremos los unos a los otros a la cara y nos confiemos en la regeneración de un sistema que empieza a no tener el favor del pueblo. Hágase en defensa de nuestra libertad, dignidad, decencia y respeto. Democracias como la de Estado Unidos están repletas de situaciones no deseables en su historia, pero desde luego han sabido acotar claramente hasta donde el fin justifica los medios y cuales medios no son justificados por nada.

En la Democracia americana tuvieron un gran Presidente, Lincoln, que ha pasado a la posteridad como un hombre bueno, patriota, demócrata sin tacha y enérgico defensor de los derechos de todos, nos dice la historia que en una de sus actuaciones más decisivas en su historia, la abolición de la esclavitud, tuvo que tener comportamientos alejados de la ética mas elemental, pero Lincoln su figura y su memoria perdura en los corazones de los estadounidense como la de un hombre bueno y comprometido.

Si no has visto Lincoln, la película, corre a verla y entonces estarás conmigo en que el Oscar que le han dado a Daniel Day-Lewis es merecidísimo

martes, 19 de febrero de 2013

Ojú que difícil. Decidir


Elegir es una desembocadura natural del periplo vital de las personas. Necesariamente las tesituras en las que nos solemos mover exigen que en un momento determinado haya que proceder a la elección de un camino u otro, una posibilidad u otra, y eso normalmente precisa un procedimiento intelectual dominado básicamente por los dos extremos del péndulo: lo racional y lo emocional. Cada toma de decisiones exige un pronunciamiento de cada una de estas dimensiones y el conflicto surge cuando las estrategias “racionales” nos iluminan en sentido contrario a las “emocionales”. El diablo en una oreja y elángel en la otra. ¿Qué debe predominar?

Supongo que muchos de ustedes habrán visto la película “Una mente maravillosa” donde se narra la vida del matemático y Premio Nóbel de economía John Nash, un tipo genial con una vida tremenda marcada por su esquizofrenia. Pues bien, John Nash entró en la historia con la formulación en la llamada Teoría del Juego del conocido por El Equilibrio de Nash. Este equilibrio, en síntesis, supone que dos personas establecen sus estrategias (en un juego o en cualquier situación donde se compite, aun sin saberlo) de manera abierta, los dos conocen las estrategias del oponente y no la modifican pues ese cambio no ofrece ninguna ventaja o ganancia. El Equilibrio de Nash no conlleva que conjuntamente el resultado sea positivo puesto que hablamos de resultados vistos individualmente.

En las relaciones humanas la elección de las estrategias aunque sean de manera inconsciente tratan lógicamente de establecer ese Equilibrio de Nash, primero conociendo la estrategia de interlocutor y a partir de ahí obtener los mejores resultados con la estrategia propia. La elección de las estrategias o las acciones es un momento importante para el resultado final. Volviendo al interrogante ¿Qué debe predominar la estrategia racional o la emocional? La toma de decisiones es un proceso para elegir entre opciones. La elección del camino a seguir, el mismo proceso para tomar la decisión es lo más importante y por consiguiente deben evaluarse distintas alternativas de acción en el proceso puesto que si no hay alternativa no existe decisión, sería un algo preestablecido y sin posibilidad de escapar a sus consecuencias.

Conocer, intelectualizar, analizar el problema a resolver es necesario, una decisión importante adoptada sin haber trabajado el problema en su comprensión puede conducir a un grave error que traería consigo posibles graves consecuencias o repercusiones, así que en primer lugar es exigible tomar conciencia del conflicto, duda, problema a resolver, analizarlo y comprenderlo para en segunda instancia o incluso en paralelo visualizar distintas alternativas de acción. Señalemos en un enunciado las etapas más importantes en la Toma de Decisiones.

1.- Identificar el problema
2.- Comprensión del mismo
3.- Aclarar lo prioritario en su resolución
4.- Visualizar alternativas de solución y evaluarlas
5.- Elegir la mejor opción
6.- Ejecutar la decisión
7.- Evaluación de los resultados ante la decisión adoptada

Este es un esquema a desarrollar, para no extenderme demasiado solo decir que aunque nos parezca bastante obvio la realidad es que pocas veces somos capaces de completar estos procesos y la impulsividad es la norma común en nuestro comportamiento. En esa elección convendría: Tener conciencia de las experiencias previas ¿Qué decisiones se tomaron? ¿En que se acertó? ¿En que se equivocó? Es decir aprender de las experiencias vividas. Organizar la balanza entre lo que deseo y lo que se ofrece, incluso a modo de check list. Y por último, tomada la decisión, desarrollar una estrategia que aporte a través de su equilibrio la mejor de las soluciones.

En definitiva aunque nuestros deseos, ilusiones y expectativas son constructos emocionales, no es menos cierto que la toma de decisiones precisa de un espacio racional que acompañado de la introspección necesaria nos aporte luz a lo complejo y aparentemente oscuro. Hay que pensar con la cabeza y de corazón porque aunque a veces “el corazón tiene razones que la razón no entiende” no esta de más el intentar no dejarse llevar por el tsunami impulsivo o cuando menos tener intacta la capacidad de que podamos manejar el control de la nave para evitar disgustos postreros. Hay que evitar la locura transitoria, esa que nos ciega la razón y de la que nos arrepentimos cuando vuelve la cordura. Ese veneno es peligroso.

Nada es fácil, pero el principio básico es no perder la perspectiva de lo que uno quiere, es decir, cual es el objetivo centrándome en las consecuencias del resultado final de lo que realmente queremos para después ir componiendo el camino sin prostituir sentimientos, formas de pensar, ser… ¡Ojú que difícil!

martes, 12 de febrero de 2013

Elogio a la esperanza. Saber esperar



Es necesario esperar, aunque la esperanza
haya de verse siempre frustrada,
 pues la esperanza misma constituye una dicha,
 y sus fracasos, por frecuentes que sean, 
son menos horribles que su extinción.


Samuel Johnson


El ser humano tiene una gran capacidad para sobreponerse a las desgracias. Nuestro cerebro, adaptativo e inteligente, procura siempre reestablecer el equilibrio y lucha denodadamente contra la adversidad. La vida depara por definición sorpresas día a día. Depara sensaciones agradables que tratamos de mantener en el tiempo y sinsabores que intentamos superar. No hay libro de instrucciones, por más que se escriban libros de autoayuda, que se investigue la mente, por más que escribamos artículos para demostrar como conseguir el estado de flujo, la realidad es que el enfrentarse a los problemas es una situación donde el individuo se ve solo con su mente y su cuerpo sin más ayuda que su capacidad de resistencia puesta a prueba, eres, al final, Gary Cooper en “Solo ante el peligro” únicamente animado por la simpar Grace Kelly.

La personalidad de cada uno, su perfil, su carácter y su experiencia es lo que va a determinar como se afronta la adversidad y casi siempre por ese instinto de supervivencia innato en la especie humana tendemos a ilusionarnos con un final feliz que acabe con nuestros problemas y tormentos. Aquí quiero rescatar una cita de Santiago Álvarez de Mon de su libro “Desde la Adversidad” y que ya incluí en el post del 20 de septiembre “Luchar por lo que se quiere”: “La adversidad atraviesa eléctricamente tejidos, pensamientos y emociones, provocando una nueva jerarquía de sueños y aspiraciones. Enfrentada con lucidez y determinación, se puede alumbrar una feliz paradoja: la inicial oscuridad y espesura puede trocarse en luz y claridad sabias. En sus involuntarios remangos se puede arribar a la abundancia y plenitud moral”. Enfrentarse con lucidez, esa es una de las claves. Efectivamente los problemas, porque nos agobian y son fuente de infelicidad, nos taladran el cerebro y no nos permiten rebuscar entre nuestras emociones aquellas alternativas que nos admitan encontrarnos con el sosiego necesario. Pero hete aquí que el ser humano sin necesidad de intelectualizar demasiado sus sentimientos, su realidad, es capaz de tener ese momento, esa mágica ocasión, algo así como en la mítica serie de dibujos animados le ocurría a Vickie el Vikingo, hay un ¡eureka!, una bombillita que se enciende y nos ayuda a reconocer errores y a reparar daños pero sobretodo nos vincula a adaptarnos a la situación en la que nos encontramos con el ánimo alto y las esperanzas renovadas. No es infalible. Es como cuando un equipo de tercera se enfrenta al todopoderoso FC Barcelona y en las declaraciones anteriores al partido los integrantes del equipo humilde siendo conscientes de sus casi nulas posibilidades, todos sin excepción albergan en lo más profundo de su ser la ilusa esperanza de hacer un gran encuentro y ¡hasta ganar! Pues bien solamente ese estado de ilusión, aunque pueda ser más bien de ingenuidad, consigue remontar la adversidad y tendrá desde luego más posibilidades de lograr sus objetivos (Shirley Mac Laine en su momento a lo Vickie el Vikingo, se da cuenta de que puede querer a Jack Lemmon en “El apartamento” y sale corriendo disparada a por él cuando solo cinco minutos antes no lo contemplaba en sus cuitas internas y la infelicidad y las dudas parecía que se le volvían crónicas. De un plumazo esas dudas y esa postración se fueron y  salió corriendo por la pantalla al encuentro del antihéroe Lemmon).

Los estados de ansiedad, o los que se llaman de pánico, necesitan también de esa bombilla que los ahuyenten. Ese momento en el que somos capaces de solucionar con una cabriola nuestros problemas (hay especialistas en solucionar problemas añadiendo unos pocos más). La ansiedad es un estado en el que todo el cuerpo reacciona violentamente en una fuerte liberación de energías, aprovechar esas energías, esos momentos de displacer para abordar seriamente las situaciones complicadas, es deseable y posible. A pesar de lo que pensamos, sobretodo cuando las cosas nos van mal, no tenemos una disposición a pensar en negativo, no es verdad que los comunes de los mortales apliquemos la Ley de Murphy para nuestra vida, más al contrario, insisto en que poseemos un cierto determinismo positivo que nos hace trabajar intensamente en la resolución de los conflictos de manera positiva, con altas expectativas “Lo que está destinado a suceder, siempre encontrará una forma única, mágica y maravillosa de manifestarse”. Eso es determinismo positivo, o esa creencia construida aunque sea artificialmente y a lo mejor alejada de la realidad, la que nos impulsa a actuar y a siempre esperar como me decían a mi “lo mejor está por llegar” (la realidad nos dice que si bien lo mejor está por llegar también es probable que mientras eso es así también lo peor esté a la vuelta de la esquina. Es un proceso en el que nada te advierte de lo malo). Ese determinismo positivo es como una consecuencia del conocimiento que tenemos de la rutina de la propia existencia: Todos sabemos que todos los días sale el sol, que después de la lluvia siempre escampa…Como decía GribanEn el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente”. La inutilidad de la resignación es algo aceptado por nuestros corazones, solo hay que encender el interruptor adecuado que encienda la bombilla adecuada. Después de una experiencia traumática, una profunda decepción, nuestro cerebro, nosotros, todos, adoptamos una posición que oscila entre la desconfianza, la negación de la posible superación del sucedido, incluso nos comportamos como nunca lo hubieramos hecho pensando que el problema se soluciona haciendo lo contrario de lo que haciamos, una especie de venganza. Parece como si no quisieramos aceptar que esa experiencia desgraciada es territorio del pasado y que sin solución temporal llega un nuevo tren que pasa a tu lado y que aunque no sea un último modelo y el vagón no sea de primera clase, es posiblemente el que te transportará a ese estado de flujo que tanto tiene que ver con la felicidad (léase un post anterior con ese título: Felicidad). Lo importante es coger el billete y saber, intuir, que ese desvencijado tren es el que tienes que coger.

Nuestra historia, la historia de las personas es un corolario de frustraciones, deseos incumplidos, momentos de felicidad...hay de todo. Es nuestra historia, y es verdad que cuando en la vida se comienza a tener mas historia vivida que por vivir, cuando hay más pasado que futuro, cuando hay mas por el retrovisor, tendemos a situarnos en esa resignación y contra eso hay que luchar. Reconciliarnos con nosotros mismos, construir nuestro futuro sobre lo conocido y vivido aunque sea duro o creamos recordarlo como un pasado duro. En cualquier caso se dice que tambien "la rosa crece entre el estiercol". Cerrar algunas historias y otras dejarlas en puntos suspensivos porque "hay historias que por más que quieras ponerles punto final, al final solo aciertas a ponerles puntos suspensivos". No dejar que algo que pueda suceder no suceda por querer cerrar. Buscar la felicidad como decía Beckett es también "fracasar, y así encontrar al final el triunfo". Buscar segundas oportunidades no es fracasar dos veces, es fundamentalmente tener confianza en uno mismo, tener esperanza y eso siempre es una antesala para conseguir un objetivo. Saber esperar. Tener la paciencia suficiente, la autoconfianza suficiente para saber que llegará tu momento como lo esperó en "alguien voló sobre el nido del cuco" el indio que aguantó en el manicomio hasta que le dieron la confianza suficiente para coger fuerza y salir, salir de la desesperanza, de la resignación, del tedio.

Estamos por tanto programados para ser felices por eso lo intentamos a veces desesperadamente cuando esa sensación desaparece. La cuestión es si sabemos descifrar, identificar que es lo que nos hace llegar a ese estado de placer para cuando lo tengamos delante sepamos a que atenernos. La adversidad no nos puede porque como dicen, "lo mejor está por llegar" (incluso esa frase no está exenta de un proceso y que éste puede ser dificultoso, lleno de contratiempos, pero si, es una buena frase).Y hay que saber esperar para que llegue. Aprender a ser "slowly", lento, pausado, para que el proceso sea más natural, pero siempre sin perder ni la sonrisa ("sonría por favor"), no perder la esperanza y tener el convencimiento que siempre es posible salir de los conflictos que la vida pone por delante y hacerlo con determinación. Por eso este elogio a la esperanza. Comuniquemos esperanza y obtendremos más esperanza.

lunes, 4 de febrero de 2013

Esto no es lo que parece


El arte del disimulo, el poner cara de póquer para no desvelar tu estado, tu opinión o tus sentimientos, es algo que hemos practicado todos en algún momento de nuestra vida, incluso podemos darles algunos consejos o pautas posturales, gestuales y verbales para hacerlo de manera muy eficaz. Todos a tragar el anzuelo. La sofisticación en el poner cara de no haber roto un plato es directamente proporcional a la intensidad del hecho que se quiere evitar o negar. Maestros ha habido en la historia que por sus dotes en el arte del despiste, en el arte de Cúchares pero con un capote kilométrico. Pero el disimulo, el engaño…, toda esa colección de acciones para evitar que se conozca la realidad, disfrazarla, bien transformándola  o negándola, es cuestión de cronómetro, como anunciaba Lincoln “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”. La negación de la realidad a veces se torna grotesca por lo evidente, aun así, incluso cuando la realidad te pilla en medio de la escena, hay quien mira a la cámara y dice aquello de “esto no es lo que parece”.

A un amigo mío mientras en su propia casa y cama y a escondidas de su mujer estaba entregado a la pasión con su amante, aquella los pilló “in fraganti” y la respuesta de él, abrazado a la tercera en discordia, fue “esto no es lo que parece”, negando la evidencia hasta el punto de que trata casi de alucinada a su mujer cuando le recuerda tan escabroso sucedido.

En esta España en la que vivimos el arte de la negación y del disimulo se ha convertido no en un arte, que es algo reservado para artistas, ahora es casi una asignatura obligatoria para cada ciudadano, un examen completo de hipocresía, mentira y un listado de a ver quien tiene la cara mas dura. Si podemos engañar en la declaración de la Renta, lo hacemos y lo contamos como una heroicidad, si se puede evitar pagar el IVA, se evita. Yo no me extraño que aparezcan casos de corrupción como los que cíclicamente aparecen en nuestro solar patrio, desde los casos muy multimillonario pero muy casposos a la vez tipo “Torrente” como el caso Malaya en Marbella con la Pantoja, el Cachuli y demás hermanos mártires, hasta el que afecta directamente a dos instituciones en las que se basa el sistema español: La monarquía y los partidos políticos. Por una parte ya no se trata de ir a cazar elefantes y después decir “lo siento mucho ya no lo voy a hacer más” que eso me decían mis niñas cuando eran pequeñas y no servía de nada. Ahora entre UrdangarinesInfantasMarichalares y la colección al completo de la Borbónica tradición, y que ya el personal no está para bromas, tienen a la institución monárquica mas proclive al chiste y al traje de rayas con la foto de perfil que a otros fastos. En segundo lugar, con el caso de la corrupción ligada al Partido Popular: cuentas en Suiza, financiación ilegal, sobres con sobresueldos en“B”, ahora parece que nos hemos caído del caballo, pero no, lo cierto es que era algo que nos podíamos imaginar, y es que el caso “Gurtell”  desde el principio pareció que podía convertirse en el “Waterlloo” de la derecha política española o por lo menos que puede recorrer ese camino. Las evidencias, los informes policiales, las confirmaciones realizadas por algunos dirigentes del PP, la confirmación de algunos empresarios de que efectivamente pagaban sus dineros a cambio de adjudicaciones de obras o servicios… ¿y cual es hasta ahora la respuesta? Pues eso “esto no es lo que parece” como cuando un niño se lo hace en lo alto y te mira fijamente sin mediar palabra, pero que si le preguntas si está hasta las trancas te lo niega con la cabeza. El “tancredismo" como máxima en el comportamiento.

Espero todavía la grandeza de que en un acto de lucidez se den cuenta de que esta vez no nos van a engañar a todos todo el tiempo y que reaccionen asumiendo lo que se ha hecho para poder acometer la tarea de regenerar la política de este país (aunque no solo la política) “también crece la rosa entre el estiércol” pero primero hay que asumir que es estiércol.

La ciudadanía empieza a estar desesperada tanto por la situación de crisis económica como por el hedor de la corrupción y la desvergüenza“Algo huele a podrido en Dinamarca” para Hamlet y en España se podría decir que por desgracia lo podrido se ha instalado entre nosotros desde hace demasiado tiempo, mucho antes de que Shakespeare la tomara con el país nórdico, y sin embargo todavía hay que seguir escuchando el espectacular esto no es lo que parece”.

La situación es insoportable y ya no solo bastan las modificaciones legislativas, esto es más profundo y sin querer parecer exagerado creo que a este país le merece la pena una catarsis en lo que de purificación tenía este concepto para Aristóteles en su Poética. Asumir que así no se puede seguir, que es un desgarro el ver como el nivel de vida de los españoles, en su calidad, en sus derechos, en sus perspectivas de futuro, es ahora bajísimo mientras a malhechores a los que se les pilla con las manos en la masa “las manos van al pan”, nos miren a la cara y con aspavientos y voz engolada nos digan: “esto no es lo que parece”