La validez de
las premisas no presupone la validez de la conclusión. Es decir que podemos
partir de análisis muy rigurosos, completos y de una verdad incuestionable pero
sin embargo inferir conclusiones que nos alejan de la realidad o incluso del
sentido común. Formalmente todo perfecto pero la realidad distorsionada. Así
recuerdo algunos ejemplos que nos ponían cuando estudiábamos lógica
proposicional en la que es absolutamente
necesario que las premisas sean verdaderas, válidas, pero la conclusión
siendo válida no tenga porque ser verdadera (desde el punto de vista no
formal).
Somos altos o
bajos
Ese hombre no
es alto
Por tanto, es
bajo.
Desde el
punto de vista formal es perfecto, pero la realidad nos dice que ser bajo o
alto es una categoría subjetiva o como mucho sujeta a convención (puedes no ser
alto y tampoco bajo)
Pensando en
estas cosas y repasando algún que otro libro sobre la materia, me vino a la
cabeza (¿Cómo no?) la situación económica del país y la forma de comunicarnos y
hacernos copartícipes de las medidas que es están tomando por los responsables
gubernamentales. Primero han ido desarrollando algunas ideas fuerzas a partir
de las cuales construir un discurso coherente sobre lo que pasa y lo que se
hace ante las circunstancias: “Hemos
vivido por encima de nuestras posibilidades”, “el estado derrocha”…de esta
manera han hecho posible que nos entreguemos jubilosos a la segunda parte del
plan, el cual arranca desde la aceptación de las anteriores premisas: Si hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades y el Estado además derrocha, lo que hay que hacer en reducir
nuestras expectativas como ciudadanos, es decir plantearse que cualquier gasto económico
no imprescindible como una presunción, un derroche. Por supuesto si el Estado
derrocha, obvio es que lo que hay que hacer es impedirlo y si son los ciudadanos
hacerlo imposible.
¿Qué hacer?
Muy fácil. Para evitar que los ciudadanos gasten lo que no tienen lo mejor es
hacerles ver por la vía de los hechos que no tienen y si en algún momento
tuvieron algo, pues se lo quitamos (recortes salariales, despidos, subidas de impuestos a los mas débiles…). Y con el
Estado también muy fácil: Eliminar gastos “superfluos”, por ejemplo en
Educación convenciendo ahora a los ciudadanos (en palabras del Ministro Wert)
que gastar más en Educación no garantiza una mejor educación y que aumentar
exponencialmente las tasas universitarias o el numero de alumnos por aula es
irrelevante. También se abomina, en la receta (nunca mejor dicho), de la
excelencia de la sanidad pública, de forma que a lo mejor después de muchísimos
años comenzamos ahora a bajar la esperanza de vida a través de una desinversión
en salud y de paso al morirse la gente antes no hay que pagar tantas pensiones
de jubilación a tanto viejo (lo que tengan seguro privado no por supuesto,
estos que vivan todo lo que puedan) ni tanto gasto hospitalario para mantener
con vida a nonagenarios con una paguita de setecientos euros.
Me he
acordado entonces de un ejemplo que ponen siempre en todos los libros de
lógica:
Todos los
hombres son mortales.
Juan es un
hombre.
Por tanto,
Juan es mortal.
Aquí coincide
la realidad formal con la natural. Ser mortal es una característica que tenemos
todos los hombres. No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista (esto
podría servir para explicar un poco de la corriente peripatética). El valor
polisémico de las palabras me permite expresar otro axioma (no matemático… ¿es
entonces un axioma?) que podría ser de la siguiente forma:
Todas las crisis
son mortales.
Vivimos en
una crisis.
Por tanto,
esta crisis es ¡¡¡mortal!!! (Léase ¡¡¡morrrtall!!!)
¿Me entendéis
no? Al amparo de la crisis nos están haciendo pasar por todas las “horcas
Caudinas” posibles. No podemos gastar, de hecho ya no gastamos ni bromas. A
veces hasta pensamos que todo nos ocurre porque nos lo tenemos merecido…y al
final nos creemos que las premisas son verdaderas, que la conclusión es
verdadera, que no se puede hacer otra cosa…y así victoria tras victoria hasta
la derrota final. ¡Ay! Pobre de nosotros que no nos creemos que en el origen de
todo está que con la justificación de la crisis lo que están haciendo es
aplicar un ideario político y nada más…o nada menos.
Lo único que
se y esto si que es verdad es que “Juan es ¡¡¡mortal!!!
1 comentario:
Es verdad que la derecha aplica sus recetas para los tiempos actuales, pero nosotros empezamos por no querer ni aceptar la realidad,nos resistiamos a aceptar que habia una crisis, ni nombrárla.
Con todo,y no suscribiendo las recetas neoliberales, hay que echar una pensada sobre la eficacia de las medidas que los socialistas empezamos a aplicar y nos conviene a todos practicar criterios de eficiencia en la gestión de los recursos públicos.
Tampoco hay que olvidar que los socialistas, mientras no pongamos en orden nuestra casa(y eso llevaría consigo una enmienda a la totalidad),estamos inhabilitados para formular cualquier iniciativa, no solo por falta de credibilidad sino porque los ciudadanos aplican una "sordera" selectiva de lo que proponemos.
PD.- Creo que seria un postulado, no un axioma.
Paco Blanco.
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