GEOGRAFÍAS HUMANAS

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lunes, 11 de marzo de 2013

España con Burn-out

El Burn-out o síndrome del quemado es un padecimiento que se asocia a situaciones estresantes del trabajo, sobretodo en aquellas profesiones en las que hay una intensa relación entre el propio profesional y los “clientes”,  o por decirlo de otra manera es el padecimiento o la sensación de agotamiento mental y físico de los trabajadores que tienen en su labor diaria un contacto necesario y prolongado con las personas. Este padecer supone una sensación de agotamiento, aburrimiento, fatiga, ineficacia, desesperanza y cierto…asqueo del propio trabajo. Los colectivos que tradicionalmente padecen este síndrome son el personal de sanidad, los docentes y los funcionarios expuestos al trato masivo con público. Hoy en día este síndrome, este conjunto de síntomas no tienen una expresión oficial como enfermedad, todo lo más se habla de estrés, de neurastenia, de “depre”, y por tanto, al no estar considerada como enfermedad profesional se queda en el limbo de lo inexplicable, aunque pregúntenle a los médicos o profesores, de por si vulnerables a este síndrome, como están con las últimas medidas y circunstancias que están rodeando su trabajo.

La situación económica, social, política y en general la situación, en este caso, de un pais como España me hace llegar a este síndrome de Burn-out para describir de la manera más comprensible el estado actual del conjunto de la ciudadanía: estamos, diciéndolo de manera castiza, quemadosHace cinco años comenzó a nublarse el tiempo, se comenzó a vivir en carne propia la crisis económica que aunque venia gestándose tiempo atrás, nos estallaba en la cara con toda su crudeza. Aunque para nuestra desgracia nunca hemos tenido tasas de paro de esas del 3 ó 4 por ciento, de golpe, masivamente, las empresas tienen problemas, cierran, los trabajadores van al paro, los bancos resultan ser grandes bombas de relojerías, y así uno tras otro cada marcador económico o social que mide el bienestar de un pueblo iba mostrándonos unos números y unas conclusiones muy negativas tanto para el presente como en sus proyecciones a futuro.

Después de cinco años la crisis se ha convertido en la gran excusa para cambiar de un manotazo el paradigma de gobernanza democrática por otro que se escapa de la consideración de tal gobernanza (muy recomendable la lectura de “Gobernanza inteligente para el siglo XXI” de Bergguen y Gardels). La economía de casino como dice Felipe González ha sustituido a la economía social de mercado. La mano invisible que enunciaba Adam Smith ha sustituido a los poderes legítimos. Los Estados son cada vez menos relevantes sin que se sepa realmente por qué o por quienes se han sustituidos. Así los gobiernos de los respectivos países como hipnotizados por una especie de “soma” a lo Aldous Huxley, replican uno tras otro políticas y medidas que van en la dirección de su propio debilitamiento y la de contentar no se sabe bien a quien pero que desde luego conllevan una gran dosis de sadismo y encarnizamiento con la ciudadanía. Parece como si hubieran dispuesto un experimento en el que losconejillos de indias somos todos y a través del cual se está buscando cual es el punto de aguante máximo que se tiene ante las sucesivas dosis de políticas de “ahogamiento”, es como cuando los nazis sometían a sus cautivos a experimentos diabólicos con el único fin de saber cual era el aguante físico de una persona sometida a toda clase de torturas hasta su muerte.

Siendo esto por si solo muy importante, si lo combinamos con las respuestas que los establishment partidarios y democráticos nos están dando, la quemazón, el hartazgo ciudadano es de libro. Atendiendo solo a nuestra realidad, resulta muy indicativo de lo que pasa el que se ponga por parte de los ciudadanos a los partidos políticos como parte del problema y no como parte de la solución de nuestros males. Desde luego es comprensible esta desconfianza ciudadana ante las respuestas que se nos están ofreciendo no ya a la crisis económica sino a otros asuntos tan poco edificantes como la corrupción y también a las actuaciones paradójicas de los propios partidos ante el panorama diario al que tienen que dar respuestas. Por ejemplo, la falta de transparencia del Partido Popular en el caso de corrupción “Gurtell, es clamorosa y solo puedo adivinar mas allá de la irresponsabilidad otras dos causas de esta actuación: El miedo y la poca capacidad. La función política exige no tener miedo a afrontar ni siquiera las propias vergüenzas, tener miedo es sospechoso. Y desde luego la clase dirigente que actualmente gobierna nuestro pais no parece la más capacitada (risa produce ahora recordar a Rajoy cuando dijo que iba a elegir a los mejores y más capaces. Resultado: extravagancias tipo Ana Mato). Por otra parte en el PSOE el mismo día que celebramos el día de la Mujer se comete la estupidez de plantear una moción de censura en un Ayuntamiento apoyándose en los votos de un acosador condenado. Obra son amores…demostrándose una mayúscula debilidad de la dirección del Partido, falta de autoridad y también la plasmación de un insoportable divorcio entre lo que se dice y lo que se hace.

El ciudadano está quemado y teniendo el voto como única posibilidad que la democracia tal y como se está configurando, le permite, puede tener, en esa conciencia colectiva que se le supone, la tentación de combinar el estado de Burn-out con el de tomárselo a cachondeo, pueden hasta cachondearse del sistema (hay un twit muy gracioso que circuló en la red después de las últimas elecciones generales que decía: “Que votaseis a Chiquilicuatre tuvo su gracia, pero con lo de Rajoy estáis llevando la broma muy lejos”) como lo han hecho en Italia con Beppe Grillo y Berlusconi. El que diga la más grande al Parlamento, da igual si lo que dice es una barbaridad. Y en España la ausencia de liderazgos solventes e ilusionantes, la ausencia de ideas que profundicen en la democracia y nos saquen del atolladero, es caldo de cultivo para que salgan a flote nuestro Beppes Grillos o Chiquilicuatres, o peor, soluciones como en Grecia ofrecen los nazis del Amanecer Dorado.

La reflexión se impone, no se trata de desesperarse tirándose de los pelos, todo lo contrario, es asumir tranquilamente, pero de verdad, los errores, abusos cometidos, la inanidad de ideas y ser capaces de posibilitar que nuevas generaciones de políticos (ojo no confundir “nuevas generaciones con jóvenes, no se trata de convertirnos en “Jemers Rojos”  ni de instaurar el adanismo o la efebocracia) que desde la indignación pero también desde la responsabilidad puedan comenzar a establecer una nueva alianza con la ciudadanía basada en el respeto y en la igualdad. Lo contrario es poco recomendable, es seguir entre el Burn-out y el cachondeo. Como decía Tony Judt en su “Algo va mal”: “Ha llegado el momento de detenernos a decidir en que mundo queremos vivir”.

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