GEOGRAFÍAS HUMANAS

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martes, 29 de noviembre de 2011

¿Cambiar para ganar o ganar para cambiar?

El pasado 19 de Junio el entonces diario "Información de la Bahía" me publicó un articulo "Cambiar para ganar o...?" en el que planteaba el desafío que tienen las organizaciones políticas, singularmente los partidos políticos, de tener la capacidad de cambiar, renovar el discurso...para ganar el favor de los ciudadanos, o por el contrario hay es cuando se tiene el poder cuando hay que propiciar los cambios que sean necesarios para asegurarse apoyos futuros desde una posición prominente. 

Evidentemente los momentos que ahora vivimos en España con una victoria apabullante del Partido Popular y el descalabro electoral del Partido Socialista me han parecido que hacen que cobre cierta actualidad el propio artículo donde hago mi propia reflexión sobre el particular. Por ello me he decidido volver a postearlo en esta nueva entrada. Gracias.


¿CAMBIAR PARA GANAR O GANAR PARA CAMBIAR?

 

La dicotomía a la que se suelen enfrentar los partidos políticos a la hora de afrontar su evolución (generacional, programática, liderazgos...) encierra siempre la cuestión que planteo en el título del artículo. ¿Hay que poner en marcha esos cambios o evoluciones cuando se está en el poder?, o por el contrario ¿Es necesario el afrontarlos como aportación a una futura victoria? Estas cuestiones son, sin duda, algunas y muy importantes, a las que se enfrentan las organizaciones en su devenir cotidiano.

Estamos en un delicado momento de crisis y no solo económica, esta gran primera crisis del milenio alcanza a muchos ámbitos que pasan por la política, valores, educación, en definitiva una crisis social que afecta a todo el mundo. Es la primera crisis global en su extensión y en su profundidad. Parece que ya nada va a ser lo que era y que los cambios que se producirán serán a costa de determinados sufrimientos y sacrificios.

Las certidumbres que antaño protegían nuestra existencia se tornan en incertidumbres al calor de la rapidez con que todo pasa. Si aceptamos que la crisis afecta (para mi sin duda) al aprecio que la ciudadanía tiene por la Política, ¿Que hacer por tanto con la Política? ¿Cómo encarar el futuro cuando éste es impredecible? No voy en este corto artículo a pretender dar ni recetas (porque por definición no las hay), no es mi intención hacer ningún ejercicio de dogmatismo sobre la cuestión. La pregunta del título es un desafío y como tal la planteo.

Sin atreverme a hacer futurología, si que alcanzo a atreverme a señalar que solamente (y hablo de las estructuras partidarias) podremos liderar los cambios si estos van acompañados de un concepto: Participación. Y hablar de participación y Partidos Políticos no es hablar solo de los miembros de la entidad, esa posibilidad de participación para los afiliados es una premisa básica de las organizaciones democráticas y su profundización debe ser siempre prioritaria (y no solo es elegir a los dirigentes). Hablamos de hacer a los Partidos Políticos más transparentes y con capacidad para hacer participar a los que no son propios. Es un imperativo democrático que los ciudadanos conozcan a los Partidos más allá de lo que hoy día es la marca corporativa que muestran. El desafecto de la ciudadanía con la política se corregirá cuando sea la ciudadanía el actor principal de la misma, el que construye le política y no solo el espectador o beneficiario.

Participación. Transparencia. Transversalidad. Escucha Activa. Empatía. Conocimiento…Estos son valores que desde mi punto de vista están en el subconsciente colectivo que serán básicos para el retorno de la Política.

Volviendo al inicio: ¿Cambiar? ¿Evolucionar? Una organización que aspire a liderar los cambios (crisis como oportunidad) tiene que ser lo suficientemente flexible para que esos cambios les afecten a ellas en primer lugar...pero ojo, cambiar no asegura el acierto, y para acertar con los cambios es imprescindible saber que es lo que hay que cambiar. Lo contrario es una aventura. Cambiar políticas, cambiar liderazgos, cambiar tu forma de organizarte, y todo pensando que la sociedad posiblemente va por delante y no va a aceptar cambios solamente cosméticos. Por último, si el único objetivo es el de ganar, entonces es que no hemos cambiado nada. Pero si ganar no es un objetivo ¿para que cambiar? ¿Paradojas? Como he dicho antes, es un desafío.

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