GEOGRAFÍAS HUMANAS

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lunes, 20 de mayo de 2013

Emociones y Autismo


Las emociones forman parte esencial del desarrollo de una persona. Lo afectivo es intrínseco a la especie humana y por tanto la comprensión de dichas emociones y la capacidad de expresarlas se torna un aspecto fundamental. Hemos visto a lo largo de una serie de posts conceptos como empatía, asertividad, felicidad, pasión…todos ellos de tipo emocional de los cuales sabemos todos de su importancia para nuestras vidas: saber ponerse en el lugar del otro, hacerse cargo de sus sentimientos, expresar opiniones contrarias a las del interlocutor sin agresividad, la capacidad de conseguir entrar en estado de flujo. Todas esas manifestaciones de nuestras emociones conllevan la comprensión del mundo que nos rodea, tener la capacidad de inferir o deducir emociones, pensamientos, en definitiva estados mentales de los demás. Esto es lo que se llama Teoría de la Mente (Baron-Cohen). De la misma manera que en “sonría por favor” hablábamos de las neuronas espejo que imitaban un gesto tan característicamente humano como la sonrisa, nuestra teoría de la mente hace aún mas sutil esa relación entre sonrisa y sonrisa, aquí ya no solo trabajamos con un cerebro que nos imita rasgos o gestos faciales, tenemos una mente que reconoce en esa sonrisa un estado mental, una emoción, y comprendida esta, es capaz de devolverla con otra emoción.

Según nos vamos desarrollando, madurando física y psíquicamente, nuestra Teoría de la Mente se va, digamos, afinando, entrando en campos de mayor sutileza; nos sirve, por ejemplo, para discernir entre realidad y ficción, entre engaño y verdad, como si dijéramos que nuestro desarrollo nos quita ingenuidad y nos hace ganar en matices.

En el Trastorno del Espectro Autista (TEA), llamado así por ser un continuo diverso de características y no una forma única de presentación, una de las afecciones más importantes que provoca, o mejor, que están dentro de esa sintomatología, es la carencia o función disminuida de la Teoría de la Mente y por ende una dificultad en los siguientes aspectos:

1.- Identificar emociones
2.- Habilidad para regular las propias emociones
3.- Dificultad para compartir sentimientos
4.- Disminución de la capacidad para ver las cosas desde el punto de vista de los interlocutores
5.- Dificultad en la identificación de las causas de sus sentimientos

Estas dificultades, como otras, en otras dimensiones del espectro autista, nos ofrecen “a priori” un panorama desolador y a lo largo de la historia en la investigación de las causas de dicho síndrome se han dado explicaciones tan erróneas como absolutamente perjudiciales tanto para el propio autista como para sus progenitores al hacer como causante directo de este padecimiento la crianza; así se estableció que padres y madres muy severos, niños no deseados, falta de cariño…eran los desencadenantes. Hoy afortunadamente esta teoría psicodinámica está totalmente rechazada y se abordan las investigaciones desde un punto de vista holístico, buscando en lo genético, lesiones estructurales, neurología…siendo el aspecto comunicativo y emocional uno de los que despierta una mayor controversia por precisamente el hecho de ser un trastorno de amplio espectro, desde los llamados Asperger con niveles de menor afectación, a los autistas mas severos con gran discapacidad.

Como residuo de muchos de los mitos que han ido acompañando todo lo relacionado con el autismo aun quedan algunos sobretodo los que relacionan la disminución o baja funcionalidad de la Teoría de la Mente con una supuesta incapacidad manifiesta de los afectados por el Trastorno del Espectro Autista para tener emociones. Esa afirmación es totalmente equivocada y solo el hecho de establecer esa sentencia impide que muchas de estas personas reciban los acompañamientos (no creo que se deba decir tratamientos) adecuados para optimizar su capacidad de relación con el entorno. ¡Claro que los autistas tienen emociones! Muchos de los mal llamados autistas inteligentes o Asperger pasan absolutamente desapercibidos, no son diagnosticados y son capaces de llevar una vida normal, se casan, tiene hijos, relaciones interpersonales enriquecedoras… y si hablamos de los mas gravemente afectados y con dificultades cognitivas más serias, precisamente entornos emocionalmente adecuados ofrecen resultados importantes en la calidad de vida de estas personas, y hablar de calidad de vida conlleva hablar de desarrollo emocional.

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